jueves, 27 de diciembre de 2012

El 23. Para entrar hay que salir.


La noche paso como fue desde el principio; estaba totalmente en la oscuridad y solo se oían desde el exterior de mi cuarto gritos, choques, disparos, etc. Toda mi familia trato de dormir hasta que lo logro a pesar de que afuera no sabíamos que estaba sucediendo, que había sido del gobierno, de nuestros familiares y amigos, de la gente que conocíamos, de la sociedad, de todos. Trate de dormir igual que ellos pero no pude con el simple hecho de que todo ya no era como antes y ya nunca lo iba a poder ser o no iba a estar vivo para que sucediera aun sin saber que era lo que atemorizaba al país o hasta al mundo pero de algo estaba seguro. No era el único lugar en el que estaba sucediendo y si en la ciudad con la mayor población del país estaba pasando algo malo, se iba a expandir por todo el territorio mexicano, pero que el caso de la influenza porque esto si era mortal más que móvil.

Tampoco podía dejar de pensar que alguien me estaba esperando a kilómetros de distancia, que alguien me necesitaba y yo sin saber si esa persona aun dependía de mi o si ya había sido alcanzada por la muerte que la gente profesaba; pero confiaba en ella y sabia que aun seguía con vida y que aun me esperaba o que ella pensaba lo mismo que yo “¿estará bien?” pero yo no me he caracterizado por seguir siempre las reglas ni por quedarme con los brazos cruzados así que me puse de pie sin hacer ruido y sin ver a la ventana, solo observar que había humo saliendo de diversas partes del suelo me dispuse a salir de aquel lugar en que por un tiempo estaría seguro pero no para siempre y arriesgando hasta mi vida alcanzaría a mi amada que me esperaba en su hogar, asustada y con una lagrima en su mejilla.

Vi a mi familia por última vez antes de partir y solo susurrando que los amaba baje a la planta baja, tome las llaves de mi auto y me salí de mi hogar; lo voltee a ver por última vez y me subí al carro. Vivía en un fraccionamiento bardeado por una pared alta y sobre de esta había cables electrificados que aun sabia que funcionaban porque había una planta de energía de emergencia. Iban a estar seguros durante el tiempo que fuera necesario y vivirían, solo esperaba volverlos a ver. Me dirigí a la salida de la zona residencial y el guardia salió rápidamente de su caseta alertándome que no me podía abrir ya que él ya había visto el mal que estaba afuera que no podía permitir que entrara ya que ponía en riesgo la vida de todos; le trate de explicar mis razones de mi partida pero el aun se negaba a abrirme. Le advertí que si no me abría chocaría contra la puerta y esta se abriría dejando a todos inmersos a morir, este lo pensó y al final opto por dejarme salir solo cuanto no hubiera peligro a los alrededores; yo acepte. No tomo más de cinco minutos cuando volvió a salir de su lugar de seguridad y rápidamente abrió la puerta, yo pise el acelerador y sin ver atrás me dirigí a una calle que me sacaría a la autopista. Solo por detrás de mi escuche la puerta de salida azotarse y cerrarse, suspire y agradecí.

No me tomo mucho tiempo cuando vi a todas las personas del pueblo que no conocía andar con un paso lento, llenas de sangre, algunas sin extremidades o sin alguna parte del cuerpo, dejando su rastro de pus y sangre obscura en su camino, mirando al vació con la boca abierta y babeando el liquido rojo. Eran personas que estaban muertas o que deberían de estarlo por su aspecto.

Me abstuve a mirarlas y solo seguí por donde pude ya que había calles cerradas por autos chocados o postes de luz caídos o hasta casa derrumbadas. Lo que podía hacer un mal en una noche era increíble, al final logre salir a la autopista en la que apenas podía pasar. Llegue a un puente y detuve el auto, lo que vi me aterrorizo y me derrumbo por completo. Era el pueblo entero en llamas, destruido, aun lleno de gritos y lamentos por donde mirara; debajo del puente había un hombre corriendo tan rápido como podía porque era perseguido por un par de muertos, mire su camino y vi que delante de él había más, pero el hombre no se había dado cuenta de eso ya que estaban dado la vuelta de la calle por donde andaba. Trate de alertarlo pero nunca me escucho, dio vuelta a la calle y se topo con mas, trato de dar la vuelta pero los que lo perseguían ya lo habían alcanzado rodeándolo y abalanzándose contra su cuerpo quedo oculto entre las personas que estaban sedientas en ese momento de él.

Alcé la vista y me metí al auto rápidamente, no podía meter la llave y se me cayó al suelo, tampoco podía levantarlas; caí en llanto y golpeando el volante pensé en todas las personas que amaba y que estaba viviendo lo mismo que yo o que ya no estaban viviendo. Quise morirme en ese momento, no sabía cómo iba a llegar a la ciudad, no sabía cómo siquiera iba a poder salir de ahí; la autopista estaba llena de autos chocados, abiertos y ensangrentados, había cuerpos en el suelo y algunos otros caminando lentamente a ningún lado.

Tome las llaves y encendí el coche. Sin importar lo que pasara lo único que me quedaba era llegar a la ciudad, ser inteligente y sobrevivir. 

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