Las gotas caían sobre el césped verde, perfecto a su vista; cortó
y suave para quien caminara sobre él. El viento soplaba lentamente y estremecía
a los árboles que había en su largo camino, se escuchaban las chocar, las gotas
caer y los rayos como un grito ahogado de la noche que descargaba su ira sobre
los que estaban debajo de él.
Estaba sentado sobre la cama, viendo el vacio en frente de mí
y de vez en cuando a la ventana que dejaba entrar la luz natural. El tiempo
caminaba despacio al igual que mis pensamientos. Imaginaba sobre la noche los
bellos momentos que ha pasado en mi vida, los que lograba recordar; como reía y
sonreía con aquellas personas que tanto quería y estimaba.
Me lleve las manos a los ojos y empecé a sollozar sobre los
rayos que se dejaban ir sobre mí.
La noche no cesaba ni las alegrías que aparecían en mi
mente. Recordaba a los que se han ido y a los que aun existen y se hacen presentes.
Cada que abro los ojos, día a día, cada mañana desde que recuerdo algo.
Me seque las lágrimas de los ojos, me levante y camine hacia
la puerta del cuarto cuando de pronto me detuve y di la vuelta para ver una ilusión
de aquellas personas que han estado acompañándome a lo largo de este camino.
Los veía sentados sobre los muebles de cuarto, sobre la cama, parados a lado de
la ventana reírse entre ellos aunque nunca se hubieran conocido y de repente
todos me volteaban a ver con una sonrisa contagiosa y asintiendo la cabeza,
afirmando algo, lo que provoco una sonrisa igual de grande en mi rostro.
Regrese a la puerta y gire la perilla lentamente. Un relámpago
cayó sobre mi iluminando toda la oscuridad a su alrededor.
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