domingo, 10 de junio de 2012

Entre luz y sombra.

La noche era larga, eterna sobre el valle oscuro que era alumbrado por la majestuosidad de los relámpagos emergentes e imponentes del cielo que vestían de luz cada rincón del poblado poco habitado y nada promocionado para su visita.

Las gotas caían sobre el césped verde, perfecto a su vista; cortó y suave para quien caminara sobre él. El viento soplaba lentamente y estremecía a los árboles que había en su largo camino, se escuchaban las chocar, las gotas caer y los rayos como un grito ahogado de la noche que descargaba su ira sobre los que estaban debajo de él.

Estaba sentado sobre la cama, viendo el vacio en frente de mí y de vez en cuando a la ventana que dejaba entrar la luz natural. El tiempo caminaba despacio al igual que mis pensamientos. Imaginaba sobre la noche los bellos momentos que ha pasado en mi vida, los que lograba recordar; como reía y sonreía con aquellas personas que tanto quería y estimaba.

Me lleve las manos a los ojos y empecé a sollozar sobre los rayos que se dejaban ir sobre mí.

La noche no cesaba ni las alegrías que aparecían en mi mente. Recordaba a los que se han ido y a los que aun existen y se hacen presentes. Cada que abro los ojos, día a día, cada mañana desde que recuerdo algo.

Me seque las lágrimas de los ojos, me levante y camine hacia la puerta del cuarto cuando de pronto me detuve y di la vuelta para ver una ilusión de aquellas personas que han estado acompañándome a lo largo de este camino. Los veía sentados sobre los muebles de cuarto, sobre la cama, parados a lado de la ventana reírse entre ellos aunque nunca se hubieran conocido y de repente todos me volteaban a ver con una sonrisa contagiosa y asintiendo la cabeza, afirmando algo, lo que provoco una sonrisa igual de grande en mi rostro.

Regrese a la puerta y gire la perilla lentamente. Un relámpago cayó sobre mi iluminando toda la oscuridad a su alrededor.

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