martes, 26 de junio de 2012

El fin del asesino. Parte 9

Ella no podía saber la verdad, eso la destrozaría y siempre me he preocupado por ella; sonaría en contra de mi moral llegar un día y decirle “oye, soy un asesino en serie, he matado a más de cincuenta personas y la noche anterior también lo hice”. Eso no puede pasar y es mejor que yo desaparezca aunque sería mejor de esa manera. Podría vivir una vida con alguien más porque no tendría los suficientes argumentos para matarse como ella quiere.

Ya hacía tiempo estuve investigando a un asaltante que ha matado a sangre fría a sus víctimas. Primero les quitaba sus pertenencias y las golpeaba, ya en el suelo las mataba con un simple disparo en el tórax y las dejaba desangrarse. Sabía donde operaba sus acciones y donde lo podría localizar solo que estuve esperando una ocasión especial para encararlo, y es esta ¿Quién diría que investigue al sujeto que me mataría en un futuro y yo sin saberlo? Es algo gracioso e irónico pero se tenía que hacer. Por el bien de una vida inocente, yo tenía que desaparecer y también porque esto se está volviendo algo frustrante y en cualquier momento yo podría perder la razón y ejecutar a la única persona que me ha amado, lo presentía.

 Era de noche y estaba en mi auto, en frente de una tienda de autoservicio cuando lo vi salir por la puerta delantera. Era un joven de no más de 30 años, flaco y un poco alto. Traía unos pantalones ajustados, una sudadera y cargaba una bolsa de platico con víveres. Deje que caminara a un lado mío y se adelantara un poco cuando salí del auto y lo seguí.

La calle era obscura y poca gente caminaba en ella, nos acercábamos a un callejón, lo alcance y con un empujón con el  hombro lo introduje a este. Lo puse contra la pared y con una mano en su cuello lo empecé a estrangular y con la otra le tape la boca. La diferencia de fuerzas era evidente lo que facilito que no me pudiera mover. La luz que entraba era muy tenue lo que dificultaba que nuestros rostros se vieran.

-Escucha con mucha atención pedazo de mierda, quiero que hagas exactamente lo que te diga, sino todo va a resultar muy mal ¡¿Entiendes?!- solo asintió con la cabeza.

-Bien…sé quién eres y todas las cosas que has hecho así que si no quieres estar en prisión con asesinos peores que tu, violadores y mutiladores por el resto de tu vida me vas a ayudar ¿comprendes?-volvió a asentir.

-Eso espero…quiero que me mates-tras pronunciar estas palabras su cuerpo se relajo y dejo de poner fuerza para apártense de mi- Se que te encanta matar gente y mas con una arma, no lo haces por el dinero, lo haces por el poder que tienes sobre las personas y la adrenalina que te causar oprimir el gatillo ¿aceptas?-

No hiso ningún gesto con el cuerpo, así que solo quite la mano de su boca y cuello; instantes después inhalo una gran cantidad de aire y se quedo parado frente a mí, a lo que podía ver de mí.

-Acepto- solo dijo eso.

Un silencio se produjo en el callejón y le di el arma que estaba en mi pantalón y dije:

-Aquí no, te llevare al lugar donde será. Te puedes quedar con el auto y con todo lo que quieras, solo no falles el tiro que solo tiene una bala- Tomo el objeto de mi mano y la guardo en su sudadera.

Lo tome del brazo y lo saque del callejón, lo dirigí al auto, lo di las lleves y le dije “conduce, yo te guió” nos subimos al auto y nos perdimos en la oscuridad de la noche.

Sabía que no iba a fallar, estaba excitadísimo. Aquí se acababa todo. El recorrido fue en silencio con excepción de mis instrucciones.

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