viernes, 15 de junio de 2012

El fin del asesino. Parte 8

El resto de la noche siguió algo “incomoda”. La mujer se había retirado luego de llorarle a su esposo y los demás integrantes estaban inquietos, esperando poder irse a casa para darle un rango a su botella de alcohol. Por mi parte no sabía que pensar, si sentirme mal o no sentir nada, como era.

Termino la junta y me fui a mi hogar, me senté en mi sofá y pensé en todo lo que estaba pasando, entre el golpeador asesinado, su esposa destruida y el hijo ahora huérfano. Ya era tarde y solo tenía la luz de mesa prendida cuando alguien toco a la puerta. Me levante y sin preguntar abrí la puerta.

-Hola, no he sabido nada de ti en dos días ¿Estás bien?- Era la voz angelical de mi pareja que vestía un pantalón de mezclilla cualquiera, una blusa roja y tenis.

Sus ojos estaban hinchados, efecto de que había llorado y su voz quebrada aunque me sonreía aparentando que todo estaba bien; no era verdad, no me gusta que la gente llore, es algo no entiendo y menos que aparentara estar bien, es la mentira más popular entre aquellos que están mal; como yo.

Me gusta estar con ella porque esta tan mal como yo pero a su manera. Había intentado quitarse la vida varias veces en su adolescencia sin tener éxito pero si marcas en sus muñecas, eso me relajaba porque me regresaba a mi realidad y ella sabía que yo también estaba podrido, pero no de que.

-¿Puedo pasar?-

-Si claro, perdón. No estoy acostumbrado a recibir visitas en mi casa-

Nos sentamos en mi sillón y ella rompió en llanto, otra vez.

-¿Qué tienes? ¿Qué me ocultas? ¿A caso tienes a otra? ¿Por qué no supe de ti en todo el día?- Soltó con su voz des quebrada, pregunta tras pregunta mientras me miraba con ojos entre odio y un sentimiento que creo que era amor.

Ella sabía que no la engañaba, soy demasiado cerrado para eso pero le gustaba que se lo dijera y que aparentara o entendiera su sentimiento. Pero no era así.

-He estado muy ocupado, el trabajo me está matando- Conteste mientras agarraba sus manos y la miraba con ojos de perros hambreado.

Sus lágrimas recorrían su mejilla y sus manos ocultaban sus ojos cuando dijo algo que a penas alcance a escuchar:

-¿Me amas?-

-Sabes que si-

-¿Confías en mí?-

-Si-

-¿Me vas a decir que tienes?- ese tipo de preguntas…nunca me gustaron.

-Pronto, primero tengo que resolver algo. ¿Está bien?- terminando la pregunta me miro y dijo no muy convencida.

-Está bien- se limpio las lágrimas, me beso  y se fue.

No me dio tiempo ni de cerrar los ojos cuando desapareció por la puerta de entrada.

Sabía que no iba a hacerse nada, necesitaba una razón más fuerte y esa razón, ¿es acaso mi respuesta a su pregunta? ¿En realidad le iba a decir que mutile a un hombre que se lo merecía la otra noche y que no es el único? Creo que sí, confió en ella ¿La amo en verdad? Si y por esa razón esto se tiene que acabar.

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