Hoy un niño lloro al lado mío y simplemente le quise decir una
frase que mi padre me dijo: “¿Por qué lloras? Llorar no arreglara nada, ten la
cabeza fría y piensa, piensa como solucionar los problemas, piensa en lo que
puede pasar” Han sido de las pocas veces que he hablado con él y que
honestamente me he sentido acogido por un hombre; por mi padre que día a día
demuestra el amor que tiene a su familia, por aquel hombre duro y rígido que
fue educado a la vieja escuela con “los hombres no lloran”.
He aprendido de él infinidad de cosas y lo seguiré haciendo
con el paso de los años. Hoy soy deshonra mí padre, pero me acoge y enseña que
nos podemos levantar sin importar nada y que hay que tener la cabeza fría para
resolver las cosas y seguir adelante.
No sé porque el niño lloraba, pero si se porque no podía
estar bien; ya que había hecho mal y lo sabía. Todos sabemos lo que hacemos mal
y lo repetimos hasta que aprendemos y caemos en el pozo sin fin.
Hoy soy un escritor, un hombre que llora porque hace mal
pero que aprende y mejora sin importar lo demás. La gente ambiciosa es mínima a
comparación de la de conformismo, pero nos caemos y nos levantamos y seguimos por
el camino que llamamos vida, aunque no sepamos bien que es eso.
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