lunes, 19 de enero de 2015

Castidad. Parte12

Todo, le dije todo.

Nombres, lugares, detalles característicos de las personas; no pude dejar de hablar sin dejarlo de ver a los ojos.

Él, solo él.

Me miraba y no anotaba nada, no le interesaba lo que yo le tenía que decir; solo quería que yo fuera quien se doblara ante él y así fue como pasó. Su seriedad, sus movimientos de los labios ante mis palabras, su ceño fruncido, su mano quieta, su respiración y como su pecho aumentaba de tamaño en la entrada de aire.

Termine de hablar y fue silencio. No sé cuánto tiempo habrá pasado pero solo estábamos los dos; yo lo quería a él.

Sudaba como nunca, respiraba como si estuviera en el éxtasis.

Se recargo sobre sus rodillas inclinándose hacia mí y no pude; el tan llamado instinto animal llego a mi cuerpo, a mi mente, a mis piernas que se doblaron y brincaron lanzándome a él.

Él y solo él.

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