Nombres, lugares, detalles característicos de las personas;
no pude dejar de hablar sin dejarlo de ver a los ojos.
Él, solo él.
Me miraba y no anotaba nada, no le interesaba lo que yo le
tenía que decir; solo quería que yo fuera quien se doblara ante él y así fue
como pasó. Su seriedad, sus movimientos de los labios ante mis palabras, su
ceño fruncido, su mano quieta, su respiración y como su pecho aumentaba de
tamaño en la entrada de aire.
Termine de hablar y fue silencio. No sé cuánto tiempo habrá pasado
pero solo estábamos los dos; yo lo quería a él.
Sudaba como nunca, respiraba como si estuviera en el éxtasis.
Se recargo sobre sus rodillas inclinándose hacia mí y no
pude; el tan llamado instinto animal llego a mi cuerpo, a mi mente, a mis
piernas que se doblaron y brincaron lanzándome a él.
Él y solo él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario