martes, 14 de enero de 2014

Intrusos. Parte 7. Final

Su boca estaba tapada al igual que sus ojos por una tela gruesa. Sus manos estaban atadas al igual que sus piernas impidiéndole moverse libremente por cadenas no muy delgadas; cadenas que no pueden ser cortadas por un cuchillo.

Ambos conjuntos de cadenas estaban unidos a una argolla incrustada en el suelo lo que solo le dejaba el movimiento leve de su cuerpo al tocarla.

Levemente comencé a tocarla descubriendo sus límites de movimiento tratando de relajarla con un tacto suave y con mi voz que iba perdiendo fuerza pero trataba de ser calmada.

No me quedaba mucho tiempo, mi cuerpo comenzaba a dejar de funcionar como una computadora dañada, los dolores iban incrementando y mis extremidades dejaban de moverse. Tenía que apurarme sin pensar en nada, solo quería descubrir quién era ella.

Es el momento, tengo que quitarle esas vendas y descubrir quien es aunque sea por su voz. Aquí voy.

-Tranquila, te voy a quitar la venda de la boca primero y quiero que me digas quien eres, que es lo que tienes, como te lastimaron y todo lo que sepas de ellos. ¿Entendido?- Ella solo asintió.

Mis manos apenas alcanzaban su cara ya que mis piernas aun seguían atadas por un plástico grueso que envolvía una cadena delgada; de esas cadenas que se utilizan para asegurar tu bicicleta a un poste o una barda. Por medio de ellas eran emitidas las descargas eléctricas que corrían por todo mi cuerpo.

Como pude le quite la venda para que después ella emitiera un grito pidiendo ayuda. Su voz, al fin escuchaba la voz de aquella mujer; era familiar pero no lograba identificar quien era.

-¡Ayuda! ¡Alguien ayúdeme! ¡Ayuda por favor! ¡Ayuda!-

-Por favor trata de calmarte, no te voy a hacer daño. Por favor- Le rogaba que lo hiciera, no aguantaba el dolor más sus gritos en mi cabeza.

-¡Ayuda!- Seguía gritando a todo lo que daban sus pulmones. Caí en la desesperación luego de varios intentos de tranquilizarla.

-¡Te puedes callar por favor! ¡Deja de gritar mujer! ¡Cállate!- Al fin lo logro pero antes de que le preguntara quien era, ella comenzó a hablar rápidamente entre gemidos y lamentos.

-Lo siento ¿sí? Perdón por lo que hice, perdón por hacerlo pero no veía salida, no pude hacer otra cosa. No pude evitarlo, solamente lo hice. Era tan tentador, era algo que no pude dejar de desear. Perdón, perdón, perdón, perdón; es que no tenía salida, era una necesidad que tenía en el interior como un virus que se expande por mi sistema y cubre mi mente hasta lograr borrar todos mis sentimientos y hacerme actuar. ¡Perdón!- ¿Un virus? ¿Necesidad? ¿Alivio? ¿Qué me está tratando de decir?

-¿De qué estás hablando? ¿Quién eres? Cálmate por favor que no nos queda poco tiempo. Cal-mate, ya- No puedo más, no lo lograre.

Se escuchaba su llanto en el silencio de la habitación oscura mientras trataba de calmar su voz.

-¿Quién eres?- Una vez más pregunte.

-Mi nombre es Sara, vivo en las afueras de la ciudad y soy contadora de una agencia de viajes-¿Sara? No conozco una mujer llamada Sara que trabaje en una agencia de viajes y que viva en las afueras de la ciudad. No sé si sentirme aliviado de saber quién ya que eso deja a mis seres queridos protegidos pero entonces ¿Qué haces aquí?

-¿Cómo llegaste aquí?-

-Iba llegando a mi hogar después de un tiempo de… estar ausente y cuando entre a la cocina sentí algo que me penetraba en el brazo y caí dormida mientras escuchaba unas pisadas y las mismas voces que estaban aquí hace un momento.- Vacilo por un momento- Pero por favor no me mates, lo siento, en verdad lo siento; no era mi intensión solo que no lo pude manejar, no lo hagas por favor.- Todo este tiempo escucho todo lo que pasaba en el cuarto mientras se quedaba quieta y callada. ¿Qué no pudo manejar?

-¿Qué pasó? ¿Por qué estás aquí en verdad? ¿Qué no pudiste manejar? ¿Quién eres?- No me quedaba más fuerza y estaba tirado en el suelo sobre los charcos de sangre que seguían aumentando su tamaño.

-No me mates por favor, no lo hagas en verdad. Lo siento mucho- Seguía lloriqueando.

-¿Sientes esto?- Tome el cuchillo y lo pase suavemente por su mejilla mientras ella se movía y reprimía su llanto- Si no me dices quien eres en verdad y que fue lo que pasó, te matare y no dudare en hacerlo; me queda poco tiempo y una vida más que quite no me remordería la conciencia. Así que dime-

Trataba de contener sus lágrimas cuando al final dijo:

-Mate a mi ex esposo y a la zorra con la que me había engañado en su departamento. Estaba en el ministerio público dando mi declaración cuando me dejaron salir por no encontrar evidencias que me culparan antes de llegar a mi casa y me atacaran- Ahora lo entiendo, lo entiendo todo. Claro-Pero por favor, no me mates. Lo siento mucho- comenzó a llorar de nuevo.

Te la dejaron, como a un león de zoológico se le deja una cebra indefensa y moribunda. Quieren que yo te quite la vida por tus crímenes así como lo hice con los demás. Quieren ver si soy capaz de aguantar esto como mi última voluntad.

-¿De dónde estás lastimada?- Fue lo único que se me ocurrió decir.

-¿Qué?- La pregunta la desoriento.

-¿Qué de donde estas lastimada? ¿De dónde sangras tanto?-

-No estoy herida, es este traje que me pusieron que estaba lleno de un líquido que se fue saliendo mientras ellos te lastimaban- ¿Por qué fui tan ciego? Por eso la ropa holgada, era como un traje de bombero, solo que estaba lleno de un liquido rojo que ahora entiendo que no es sangre; sino pintura roja diluida. La única sangre que está en el piso es la mía y a ella la dejaron intacta para que saboreara su pena de muerte. Por eso el cuchillo. Malditos, malditos mal nacidos. Me estoy muriendo en verdad, ¿pero seré él único difunto de esta noche o también habrá una mujer?

-No me mates por favor- ¿Sí o no? ¿Debe pagar? ¿Una última? Lo puede volver a hacer.

-No lo hagas por favor- Trataba de alcanzar sus manos con las mías por los leves rozones que sentía.

Maldita sea. Esto debe acabar.

Con las fuerzas que tuve agarre el cuchillo con fuerza y alzándolo en lo alto de su cuerpo lo arroje escuchando como el metal chocaba con el piso de madera. Al escucharse el sonido eso también la relajo y dejo de gemir.

Me deje caer al suelo haciendo salpicar la sangre con la pintura y me quede en silencio; no podía decir nada más, solo esperar.

Después de un rato las luces del cuarto se  prendieron cegándome por unos segundos. Entraron de nuevo el hombre y la mujer con sus rostros tapados y su ropa obscura. Él portaba en una de sus manos un destornillador.

Algo debí de hacer mal. Perdón por dejarla con vida.

El hombre se puso de rodillas y con el destornillador comenzó a hacer algo enfrente de la mujer. No podía ver ya que el mismo cuerpo de la mujer me lo impedía.

Un par de minutos pasaron cuando se volvió a levantar, guardo el destornillador en su bolsillo y se fue a parar a un lado de la puerta; del otro lado estaba la mujer con voz sensual parada.

No puede ser, dime que no es verdad. Jeje, increíble, imposible. Me engañaron por completo. Me deje llevar por mis sentimientos por primera vez y eso término por matarme.

Seguía maldiciendo en mi mente y con una sonrisa en el rostro mientras veía como la supuesta asesina de ex maridos se levantaba con las manos y piernas libres dándome la espalda. Se estiro, lanzo un bostezo y se quito la venda de los ojos que nunca le quite.

-Impresionante, si cambiaste. Estoy asombrada; dejaste vivir a una asesina. Mataste todos tus ideales y sucumbiste a tus sentimientos, muy asombroso pero, eso no evitara que mueras aquí.- Su voz era diferente, tranquila, pasiva, relajada, alegre y suave.

Después la mujer que estaba parada de un lado de la puerta saca de su pantalón una pistola que se la arroja a la dama que goteaba sangre falsa y que tenía el cabello largo y quebrado; como lo había pensado. No era muy alta y tenía una figura delgada.

-¿Ultimo deseo?- Me pregunto mientras preparaba la cámara de la pistola para ser accionada.

-Verte. Quiero saber quien fue quien en realidad me mato- Me volví a poner de rodillas pero no tenía fuerza para sostener mi espalda así que estaba decaído.

Sin decir nada se dio la vuelta y me dejo ver sus ojos azules claros, sus labios pequeños, su frente amplia y sus facciones definidas como su nariz; su piel no era muy clara pero hacia destacar sus facciones; un tono rosado y café. Era una mujer bonita. Maldita perra.

-Tiene una bala, termina con tu vida de una vez o con la de alguno de nosotros- Me dijo mientras me mostraba el arma y me la aventaba.

Sin dudar el tome en el aire y sin necesidad de cargar la bala apunte a su cara y jale el gatillo. La bala salió sin demora  y entro por su frente haciendo que su rostro se hiciera para atrás y mientras regresaba caía su cuerpo muerto en el suelo.

-Esto fue por la bala que me metiste en la pierna estúpido- Dije mientras lo veía ya en el suelo desangrándose.

Solté el arma y quede sin fuerzas. Estaba acabado sin darme cuenta los rostros de pánico de las dos mujeres enfrente de mí.

Hubo un momento de silencio hasta que la dama que me había besado con anterioridad camino afuera de la habitación y en seguida regreso con un bote de gasolina y comenzó a esparcirlo alrededor del cuarto salpicándome una que otra vez y también regando liquido sobre el cadáver de aquel hombre que durante la noche hablo poco hasta que el bote estaba vacío y lo volvió a sacar del cuarto.

Es hora, muy listas; un cuarto lo suficientemente  quemado con dos cadáveres sin poder ser reconocidos y sin ninguna conexión. Un caso fácil de determinar cómo imposible de resolver.  

-Es hora, pagaras por todo lo que has hecho, pensado y dejado de hacer. Que Dios se apiade de tu alma y espero verte en el infierno; en donde perteneces.- Me dijo aquella mujer por la que antes me había preocupado pero ahora no tenía ningún resentimiento.

-Gracias, nos veremos en el infierno- Fue lo último que le dije antes de que se dirigiera a la puerta y la atravesara perdiéndola de vista.

Se acerco la otra dama que ahora tenía una lágrima en su mejilla y le temblaba el labio. No dijo nada y solo me soltó una patada que me dejo en el suelo recargado en un brazo ahora dejaba de tener sangre. Era cuestión de uno o dos minutos para que dejara este mundo.

-Lo nuestro no hubiera funcionado de todos modos amado mío. Lo mataste, lo mataste en frente de mí y no me importa porque a ti te llegue a amar pero ahora debo dejarte morir. Es lo mejor para los dos. Adiós, siempre serás mi asesino preferido- Se agacho y me regalo un beso en la mejilla. El ultimo que recibiría en la vida.

El último que di fue a ella, el deje en la cama descansando. Dormida entre las sabanas hecha bolita con su cabello suave y liso; perfecto pero molesto al quererla besar en los labios, en ese cuello y en esa espalda. Ahora te digo adiós amada mía; se acabo y no tienes la culpa; nunca la tuviste. No pienses que te abandone por favor que nunca pensé hacerlo. Lo siento por no estar ahí en la mañana diciéndote buenos días y dándote un beso en los labios mientras veo tus ojos que brillan como la luz que trata de ser intrusa en nuestra habitación. Adiós preciosa. Te quiero mucho y ojala nos veamos en otra vida; ojala ahí pueda ser otro. Cuídate mucho por favor.

-Apaga la luz cuando salgas por favor- Le dije con mi último aliento.

Las dos salieron por la puerta y se apago la luz, después del otro lado de la puerta comenzaba a  crecer una llama que al final paso al cuarto.

El fuego se expandió rápidamente a mí alrededor y se acercaba a mí, podía sentir el calor de las flamas mientras veía los tonos anaranjados y azules que crecían sin control.

Qué hermoso.

Cerré los ojos y suspire. El cobijo del calor me protegió hasta que todo termino por fin mientras la veía en mi mente acostada y abriendo los ojos de el comienzo de su nueva vida.

Lo siento. Te quiero mucho. Nos vemos después preciosa, adiós.






FIN.

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