miércoles, 8 de enero de 2014

Intrusos. Parte 6

No puedo más, simplemente no puedo más; esta vez me han ganado. Tuvieron que pasar más de cuatro años para que alguien se hiciera cargo del trabajo que nadie logro hacer, ni un policía, ni un grupo de jóvenes ambiciosos, de mi mismo o incluso todos aquellos que estaban en mis manos en el momento en que cortaba sus gargantas o los penetraba con mi cuchillo; nadie fue capaz de hacerlo antes.

En parte les agradezco el gesto, me han liberado y han evitado que siga teniendo manchadas las manos pero por otro lado han salvado a aquellos que merecen un castigo pero ¿quién soy yo para ser el que los ejecuta? ¿Quién me nombro vengador? Nadie. Este es mi fin, lo ansío y mi única curiosidad es como lo van a hacer.

No pude salvar a aquella mujer que esta ante mis ojos sufriendo por mi culpa y sin saber quién es, se que está ahí por mis actos siendo una persona totalmente inocente de ellos. Solo era una espectadora, quien sea que fuera. Perdón, no te veré en el cielo ya que yo tengo pase directo al infierno donde cientos me esperan y no creo que me reciban con un abrazo.

Aun recuerdo a mi primera víctima, su rostro, sus gestos y todo lo que necesitaba saber para que fuera mi primer castigado; un hombre. Recuerdo que lo lleve a un edificio abandonado en la otra ciudad donde vivía; antes de que aquel policía comenzara a molestarme. Lo colgué de cabeza y después de una plática intensa y de esa emoción; ah… esa emoción, esa adrenalina y esa paz que me traía cumplir con mi deber; son cosas que nunca cambiaría.

Le corte el cuello y deje que la gravedad hiciera su trabajo mientras su sangre caía en una cubeta; yo observaba y… y… estaba vivo, ese era yo…

Mi cuerpo comenzó a perder fuerzas y comencé a desmayarme.

-No espera, no es momento- Me decía la voz angelical mientras agarraba mi rostro con su mano derecha y lo alzaba; yo tenía la mirada ida. Estaba adentrado en mis pensamientos.

Todo eso una y otra vez hasta hace más de un mes. Recuerdo sus caras, sus ojos llorosos tan llenos de suplicas y lamentos, su cuerpo tratando de liberarse para matarme y salir huyendo de donde los tuviera ocultos, sus marcas, sus rasgos, lo que les hacía pasar que no era mucho pero satisfacía mis demandas y lo que más recuerdo son esas emociones que pasaban por mi cuerpo, esa adrenalina, esa efervescencia de vida, estaba vivo; más que vivo y ahora… ahora estos cretinos creen que me van a detener, jamás, ¡jamás nadie lo hará!

Aun te puedo salvar aunque signifique mi muerte.

Algo decían, algo estaban explicándome y yo solo no prestaba atención cuando de pronto caí al piso; me había cortado la soga por la que estaba colgado, seguía amarrado de manos y piernas a pesar de eso. Esa sensación de caer sobre el piso cubierto por un líquido, escuchar el eco del cuarto, el dolor de mi cuerpo golpearse aumentando el sufrimiento, el golpeteo del agua y sobre todo estar cubierto totalmente de mi propia sangre; era una sensación que me impacto.

Levante la cara y los vi que se iban del cuarto lentamente sin decir una palabra; las habían dicho pero no preste atención. Primero salió ella seguida de él, este ultimo me miro fijamente y tras de sí cerró la puerta; segundos después se apagaron las luces y estaba totalmente en la oscuridad.

Estaba encogido esperando a que la sangre volviera a mis extremidades, la poca sangre que me quedaba. Me empecé a mover poco a poco en total penumbra, no se veía nada en absoluto cuando la recordé.

Como pude trate de gatear a donde estaba, parecía que lo hacía sobre un charco de agua hasta que con mis dedos que iban al frente pude sentirla por primera vez y se volvió a retorcer. Ese movimiento me asusto y me contraje pegando mis brazos al cuerpo. Seguía viva pero ¿Por qué me había dejado con ella?

Volvía a sacar mis manos  de mi pecho cuando escuche que la puerta se abría y un haz de luz me cegaba, alguien entro a la habitación. Escuche sus pasos hasta mi pero lo que no pude evitar fue que su primer acto fue que me sostuvo los brazos con fuerza y en mis manos puso un cilindro no muy grande; quería que lo sostuviera con fuerza y después me dijo:

-Haz lo correcto. Sálvala del dolor y demuestra que no has cambiado; que sigue siendo aquel hombre sin sentimientos, sálvate del dolor y habremos estado equivocados; tendrás que dejar toda tu vida atrás o sálvalos a los dos. Pero te aseguro algo; nunca sabrás quien es ella aunque si la conoces pero eso ya no importa ahora. El tiempo corre- Su voz varonil no estaba muy lejos de mí, me hablaba de frente y me lo imaginaba viéndome a los ojos; claro que tenía lentes de visión nocturna sino como hubiera sabido donde están mis manos-

Me soltó con el objeto en mis manos y se fue volviendo a abrir la puerta, deslumbrándome y cerrándola.

Con el poco movimiento que tenía en las manos sentí el objeto, su mango cilíndrico, su parte metálica delgada y afilada y con un final puntiagudo. Era un viejo amigo, un cuchillo diminuto pero capaz de hacer muchas cosas y ahora tendrá que demostrarlo.

¿Ser o no ser? Ese es el dilema. Shakespeare, eres un genio.


Sabes que hacer pero ¿ eres capaz de? 

-No tienes alternativa, quítale la vida y luego la de ellos. Algo se te ocurrirá- De nuevo esa voz que había escuchado en mi casa antes de ser secuestrado que claramente venía de mi mente; me estaba volviendo loco.

No voy a volver.

-¿Y qué fue lo último que pensaste, eso de “jamás nadie lo hará”? Sabes que quieres y debes hacerlo. Revivir esa emoción-

Necesito pensar, debo saber quién es ella.

-Pues corre o más bien gatea, que el tiempo se acaba-

Lo sé.

No hay comentarios: