No puedo más,
simplemente no puedo más; esta vez me han ganado. Tuvieron que pasar más de
cuatro años para que alguien se hiciera cargo del trabajo que nadie logro
hacer, ni un policía, ni un grupo de jóvenes ambiciosos, de mi mismo o incluso
todos aquellos que estaban en mis manos en el momento en que cortaba sus
gargantas o los penetraba con mi cuchillo; nadie fue capaz de hacerlo antes.
En parte les agradezco
el gesto, me han liberado y han evitado que siga teniendo manchadas las manos
pero por otro lado han salvado a aquellos que merecen un castigo pero ¿quién
soy yo para ser el que los ejecuta? ¿Quién me nombro vengador? Nadie. Este es
mi fin, lo ansío y mi única curiosidad es como lo van a hacer.
No pude salvar a
aquella mujer que esta ante mis ojos sufriendo por mi culpa y sin saber quién
es, se que está ahí por mis actos siendo una persona totalmente inocente de
ellos. Solo era una espectadora, quien sea que fuera. Perdón, no te veré en el
cielo ya que yo tengo pase directo al infierno donde cientos me esperan y no
creo que me reciban con un abrazo.
Aun recuerdo a mi
primera víctima, su rostro, sus gestos y todo lo que necesitaba saber para que
fuera mi primer castigado; un hombre. Recuerdo que lo lleve a un edificio
abandonado en la otra ciudad donde vivía; antes de que aquel policía comenzara
a molestarme. Lo colgué de cabeza y después de una plática intensa y de esa
emoción; ah… esa emoción, esa adrenalina y esa paz que me traía cumplir con mi
deber; son cosas que nunca cambiaría.
Le corte el cuello y deje
que la gravedad hiciera su trabajo mientras su sangre caía en una cubeta; yo
observaba y… y… estaba vivo, ese era yo…
Mi cuerpo comenzó a perder fuerzas y comencé a desmayarme.
-No espera, no es momento- Me decía la voz angelical
mientras agarraba mi rostro con su mano derecha y lo alzaba; yo tenía la mirada
ida. Estaba adentrado en mis pensamientos.
Todo eso una y otra
vez hasta hace más de un mes. Recuerdo sus caras, sus ojos llorosos tan llenos
de suplicas y lamentos, su cuerpo tratando de liberarse para matarme y salir
huyendo de donde los tuviera ocultos, sus marcas, sus rasgos, lo que les hacía
pasar que no era mucho pero satisfacía mis demandas y lo que más recuerdo son
esas emociones que pasaban por mi cuerpo, esa adrenalina, esa efervescencia de
vida, estaba vivo; más que vivo y ahora… ahora estos cretinos creen que me van
a detener, jamás, ¡jamás nadie lo hará!
Aun te puedo salvar
aunque signifique mi muerte.
Algo decían, algo estaban explicándome y yo solo no prestaba
atención cuando de pronto caí al piso; me había cortado la soga por la que
estaba colgado, seguía amarrado de manos y piernas a pesar de eso. Esa
sensación de caer sobre el piso cubierto por un líquido, escuchar el eco del
cuarto, el dolor de mi cuerpo golpearse aumentando el sufrimiento, el golpeteo
del agua y sobre todo estar cubierto totalmente de mi propia sangre; era una
sensación que me impacto.
Levante la cara y los vi que se iban del cuarto lentamente
sin decir una palabra; las habían dicho pero no preste atención. Primero salió
ella seguida de él, este ultimo me miro fijamente y tras de sí cerró la puerta;
segundos después se apagaron las luces y estaba totalmente en la oscuridad.
Estaba encogido esperando a que la sangre volviera a mis
extremidades, la poca sangre que me quedaba. Me empecé a mover poco a poco en
total penumbra, no se veía nada en absoluto cuando la recordé.
Como pude trate de gatear a donde estaba, parecía que lo
hacía sobre un charco de agua hasta que con mis dedos que iban al frente pude
sentirla por primera vez y se volvió a retorcer. Ese movimiento me asusto y me contraje
pegando mis brazos al cuerpo. Seguía viva pero ¿Por qué me había dejado con
ella?
Volvía a sacar mis manos
de mi pecho cuando escuche que la puerta se abría y un haz de luz me cegaba,
alguien entro a la habitación. Escuche sus pasos hasta mi pero lo que no pude
evitar fue que su primer acto fue que me sostuvo los brazos con fuerza y en mis
manos puso un cilindro no muy grande; quería que lo sostuviera con fuerza y después
me dijo:
-Haz lo correcto. Sálvala del dolor y demuestra que no has
cambiado; que sigue siendo aquel hombre sin sentimientos, sálvate del dolor y
habremos estado equivocados; tendrás que dejar toda tu vida atrás o sálvalos a
los dos. Pero te aseguro algo; nunca sabrás quien es ella aunque si la conoces
pero eso ya no importa ahora. El tiempo corre- Su voz varonil no estaba muy
lejos de mí, me hablaba de frente y me lo imaginaba viéndome a los ojos; claro
que tenía lentes de visión nocturna sino como hubiera sabido donde están mis
manos-
Me soltó con el objeto en mis manos y se fue volviendo a
abrir la puerta, deslumbrándome y cerrándola.
Con el poco movimiento que tenía en las manos sentí el
objeto, su mango cilíndrico, su parte metálica delgada y afilada y con un final
puntiagudo. Era un viejo amigo, un cuchillo diminuto pero capaz de hacer muchas
cosas y ahora tendrá que demostrarlo.
¿Ser o no ser? Ese es
el dilema. Shakespeare, eres un genio.
Sabes que hacer pero ¿
eres capaz de?
-No tienes alternativa, quítale la vida y luego la de ellos.
Algo se te ocurrirá- De nuevo esa voz que había escuchado en mi casa antes de
ser secuestrado que claramente venía de mi mente; me estaba volviendo loco.
No voy a volver.
-¿Y qué fue lo último que pensaste, eso de “jamás nadie lo
hará”? Sabes que quieres y debes hacerlo. Revivir esa emoción-
Necesito pensar, debo
saber quién es ella.
-Pues corre o más bien gatea, que el tiempo se acaba-
Lo sé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario