viernes, 3 de junio de 2011

El inicio de un asesino. Parte 3

Cuando abrí los ojos estaba en un hospital. Una enfermera estaba alado de mi moviendo no se qué cosa de los aparatos que estaban conectados a mi cuerpo que ya asía acostado en una cama portando una bata delgada que apenas y no se transparentaba.

Mi visión era borrosa y mis sentidos estaban torpes. Cuando quise agarrar a la enfermera para preguntarle cómo había llegado a ese lugar una voz me llamó por mi nombre y agrego un “que bueno que ya despertaste”. Era mi esposa que estaba sentada en una silla situada al otro lado de mi cama, portaba una vestimenta de oficina y lucía cansada por su cabello despeinado y maquillaje corrido.


De pronto la puerta del cuarto del hospital se hiso corrediza y entro el doctor con una bata y una libreta.


-¿Cómo se siente?-


-Como tendría que sentirme si…-y recordé el puñal que la joven hermosa me había enterrado, en ese momento moví mi mano para sentir la herida, pero ahora esta estaba cosida. Como de golpe empecé a sentir el dolor de la cortada y el ardor de la costura.


-¿Aun le duele?-


Intrigado por la situación en la que estaba le pregunta al doctor confundido -¿Qué pasó?-
Asombrado por mi pregunta el doctor me contesto en un tono sarcástico que me molesto -¿Qué no recuerda?- Y preocupada mi esposa me contestó.


-Te asaltaron, la policía recibió una llamada de una mujer que decía que habían asaltado a un hombre en un callejón y que lo habían apuñalado en un costado. Entonces llego una ambulancia y te trajeron aquí ahí es en donde me contactaron y vine lo más rápido posible.-
Y agregando el doctor dijo:


-Tuvo suerte, si la mujer no hubiera llamado a la policía la ambulancia no hubiera llegado a tiempo. Habrá que agradecerle a la mujer.-


Guarde silencio en lo que analizaba la situación y llegue a la conclusión que era una mujer que además de maldita, era muy astuta.


Para romper el silencio de la habitación mi esposa dijo algo que me estremeció y provoco que mi miedo volviera.


-Deja que te presente a tú salvadora- y acercándose a la puerta llamo a una mujer que entro lentamente y siempre con los ojos en los míos. Me estremecí tanto que el aparato de presión cardiaca empezó a sonar estrepitosamente, provocando que el doctor me preguntara si estaba bien, no conteste, estaba metido en los ojos de la mujer que me había apuñalado y besado apasionadamente.


-Amor, quiero que conozcas a Emily, ella llamo a la policía cuando te asaltaron, también te acompaño en la ambulancia y no se quiso ir hasta que despertaras. Es una mujer muy atenta ¿no lo crees?-


Y con apenas un respiro alcance a contestarle a mi mujer –Ya lo creo-


-Un gusto conocerte, me preocupe tanto cuando lo vi desmayado en el callejón y sangrando que no lo pude dejar solo- Parecía tan inofensiva, hasta la impresión de ser ingenua. Se veía tan distinta con ropa que hasta mejor relucían sus ojos cafés y sus labios rojos.


-Bueno, es bastante tarde y ya debo irme, pero fue un placer conocerte-


Y agradeciendo le mi esposa por mi le comento –No, por favor el placer es mío, gracias por salvar a mi esposo-


-No se preocupe, solo hacía lo que cualquier otra hubiera hecho-

Y mirándome mi esposa me dijo – ¿tú no le quieres decir algo?-


La angustia y el nerviosismo me invadió el cuerpo en ese momento, no supe que decir y solo guarde silencio.


-No se preocupe han de ser los sedantes que lo han de traer algo mareado, pero bueno, yo me retiro-
Se despidió primero de mi esposa, luego del doctor y al final apoyándose en la cabecera de la cama, se agacho para besarme en la mejilla. Su aroma era envidiable, sus labios tan suaves que todo parecía un sueño solo que al final me dijo al oído “recuerda que tienes que hacer, si no lo voy a hacer yo. Tienes dos días”.

1 comentario:

gabriel revelo dijo...

Gran, pero gran historia... estoy intrigado. De verdad, va de maravilla.

Quiero seguir leyendo.