Estaba en el hospital en una cama de emergencias con mis
brazos y piernas esposadas. Una aguja perforaba mi brazo izquierdo y me
introducía un líquido transparente al cuerpo.
Los ruidos los escuchaban huecos, veía a la gente pasar
lentamente dejando una estela de su presencia, percibía las sabanas que me
cubrían con gran sensibilidad, tenía un sabor a metal en la boca y olía un
aroma frutal en el aire. Sin duda estaba drogado.
La gente iba y venía, se me quedaban viendo los doctores y
los policías que llegaban cerrando las cortinas y me escupían, gritaban y
algunos hasta me golpeaban; yo no sentía nada, solo observaba como se los
llevaban sus compañeros entre empujones y gritos.
Poco a poco se fue bajando esa extraña sensación de
elevación mientras mis ojos se postraban en la lámpara que estaba encima de mí
y la cama poco a poco se iba colocando de una manera en la que me quedara
sentado.
Baje la mirada y estaba el “licenciado”, aquel hombre con el
que me había topado en la jefatura cuando me arrestaron junto con… no lograba
recordar con quien estaba esa vez, creo que estaba solo.
-¿Me recuerdas?- me pregunto aquel hombre parado en un
extremo de la cama, con su traje café y sus brazos apoyados en mis piernas
esposadas.
-Si- Iba recobrando cada vez más la vista a su normalidad y
percibía que algo en él había cambiado, tenía ahora una cortada en el perfil
izquierdo del rostro que iba de su ceja hasta su mentón.
-Yo también te recuerdo y muy bien- Nunca sonrío, solo
presentaba seriedad.
-Bien, muy bien- Solo dije eso mientras trataba de mover mi
brazo para tocarme el rostro pero, era imposible.
-No quiero que te escapes esta vez- Se iba moviendo hacía un
lado de la cama hasta que se sentó en ella, a un lado mío.
-No pensaba huir esta vez- No tenía a donde huir.
-Excelente- Traía con él un sobre del que saco un par de fotografías
que después me extendió a lo largo de mi regazo preguntando -¿La conoces?-
Eran las fotos de una mujer amarrada en una silla de madera
con la cabeza colgando hacía el frente, con un hoyo en la frente y otros en su
cuerpo. Toda la escena estaba cubierta de sangre y era en una habitación de
madera con mucha luz.
Mire la foto con atención, totalmente concentrado. Había
algo en esa fotografía que me parecía conocido, había algo en esa mujer que me
resultaba familiar pero, no lograba saber que era; ¿acaso era una amiga o una
familiar o una víctima o una simplemente una mujer con la que me había cruzado
en algún momento? No lo sabía y el “licenciado” se había dado cuenta de mi
extrañeza.
-¿No? ¿Nada?- Me preguntó con sarcasmo en su tono.
-Para su fortuna, no, nada me parece familiar en esa
fotografía- Todo me parecía familiar pero ¿qué?
Se me quedó viendo el hombre sentado a un lado mío por un
momento hasta que se levantó y comentó:
-El doctor me advirtió que ibas a tener pérdida de memoria,
que ibas a tener un trauma psicológico por lo vivido y que ibas a necesitar
tiempo para recordar pero tu mi amigo, tú no tienes tiempo- Terminó de hablar y
saco de su bolcillo una llave que fue utilizando para liberarme de mis
opresores y al terminar con los cuatro dijo:
-Acompáñame, quiero que veas algo- Me tomo del brazo con
fuerza y me levantó de la cama de un jalón haciéndome caer al suelo por la poca
fuerza de mis piernas que las sentía adormiladas y tontas.
No dejo de jalarme arrastrándome en el suelo y chocando con
todos los muebles.
Como pude me puse de pie y trataba de caminar pero tropezada
constantemente y me tenía que apoyar con lo que podía.
Todos en el pasillo se me quedaban viendo con horror y odio,
algunos me gritaban y otros se me acercaban lo suficiente como para susurrarme
palabras altisonantes y golpearme.
Por fin llegamos a un cuarto frio con muchas gavetas en la
pared y enfrente de una se detuvo y preguntó mientras me veía recargado en la
pared sin aliento:
-¿Listo?-
-¿Para qué?- No sabía qué me iba a enseñar o que quería que
contestara, ¿a qué le tenía que estar listo?
Tomo la manija de la gaveta y la jalo con fuerza haciendo surgir
una nube de hielo y cuando esta se disipo apareció un cuerpo acostado cubierto
por una manta delgada en una repisa de metal.
Me acerque al cuerpo lentamente apoyándome aun en las demás gavetas
que contenían personas congeladas.
Llegue a un lado del cuerpo y con mi mano tome un borde de
la manta y la jale con delicadeza descubriendo el rostro del frío cuerpo.
Era el de la mujer de las fotografías, solo que estaba más
limpio. Sin nada de sangre, con el cabello peinado, con los labios pálidos al
igual que su tono de piel, con los ojos cerrados y con un orificio en la
frente.
La mire con… amor, cariño, paciencia y tranquilidad; ahora
ella parecía estar tranquila.
Levante mi mano y suavemente la quise llevar a su mejilla
para tocarla cuando él dijo:
-Dicen que sufrió mucho al morir- Y fue cuando recordé todo…
absolutamente todo.
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