-Alza la cara, te quiero ver a los ojos; quiero que me mires
y observes a quien le estoy apuntando con un arma- Se calló por un momento –Tú
me quitaste todo, toda mi vida; a mi esposa y a mi hija, y ahora, yo te quitare
lo único que tienes en esta vida-
Levante el rostro y vi a un hombre apoyado en una muleta,
sin pierna izquierda, con los ojos fijos en mí y con un arma apuntándole a mi
novia que tenía la boca encintada e igual que yo, estaba sentada en una silla
de madera con piernas y brazos amarrados.
Sus ojos no decían miedo, su pulso estaba tranquilo, su
mandíbula firme y su respiración era calmada. Sostenía el arma con seguridad y
estaba decidido a disparar, los dos lo sabíamos y por ahora éramos sus
víctimas.
-Yo mate a tu esposa, a tu hija y te quite tu pierna; no
tienes por qué apuntarle a ella- Si dejaba de verlo a los ojos perdía la
batalla con él y la perdía a ella.
-No te olvides de mi mano- Alzo su brazo izquierdo que
afirmaba su comentario.
-Y tu brazo, claro; el brazo con el que te divertías- Yo y
mis estúpidas bromas, fue inevitable; era algo instintivo.
-Sí, mi estúpido brazo- Y jaló del gatillo perforando un
costado de la dama que ahora se retorcía del dolor y que su cuerpo comenzaba a
propagar sangre por sus prendas y escurrir por la silla hasta llegar al suelo
de madera.
-Una bala, con una bala la lastime ¿qué harán dos?- Su tono
era serio y realista, lo iba a hacer.
-No, esp...- Una segunda bala entro por su pierna
atravesando la silla e incrustándose en el piso.
Todo estaba sucediendo tan rápido y no podía pensar en qué
hacer. Ella estaba perdiendo mucha sangre y yo estaba inmovilizado, observando
como todo salía de control y como ella comenzaba a llorar; nunca la había visto
llorar.
-Que sencillo es quitar una vida, que sencillo es activar
una bomba en una universidad y destruir un edificio de policía. Que sencillo es
quemar un autobús con gente y matar decenas de personas presentándolas en un
noticiero- No cambiaba su tono de voz. –Que fácil era ser el mejor en su
trabajo, pasar encubierto y al ser encontrado; desaparecer hasta que, por
casualidad te encontré, los vi y espere hasta hoy-
-Tienes razón, que fácil fue y también será fácil quitarte
la vida a ti cuando te tenga en mis manos- La furia, el coraje y la adrenalina
corrían ahora por mis venas y activaban mis músculos que trataban de quedar
libres para brincar sobre él.
-Pero primero, debes cargarla a ella en su lecho de muerte-
Ya había bajado el arma cuando la volvió a subir una tercera bala se incrusto
en su ser, una tercera bala que entro por su pecho haciendo que ella abriera
los ojos por un instante y después su cabeza callera hacia adelante súbitamente
quedando colgada de su cuello.
No la dejaba de ver, no podía creerlo, no podía ser posible que…
-Observa cómo se va
de este mundo y te deja solo, así como me has dejado a mí- Soltó el arma
dejándola caer sobre el charco de sangre y con su paso lento se fue de lugar
desapareciendo a mis espaldas.
Las horas pasaron
al igual que los días. El silencio en la
mañana, el ruido de la tarde y la novela en la noche se escuchó día tras día y
yo seguía ahí; viéndola, amarrado y sin decir nada, solo, esperando a que algo
sucediera; a que despertara. Ella seguía conmigo, yo lo sabía.
…
-Oye...-nada-oye…-una
nada-¡Oye!-nada-…despierta-nada-una sonrisa…-nada pasaba.
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