miércoles, 15 de abril de 2015

Media Naranja. Parte 2

“Rostizados”, “17 mujeres y 15 hombres calcinados”, “Secuestrado y calcinado”, “Fuego en las calles”, “Entre llamas hombres y mujeres”, etc. Eran los titulares del día siguiente en periódicos y noticieros de la ciudad.

Era una mañana de domingo soleada, calurosa y con una rica brisa de aire que entraba por la ventana de mi habitación mientras me despertaba poco a poco después de haber degustado un rico helado con… ella.

Estirando las extremidades, un bostezo prolongado y pasar los dedos de mis manos por mi cabello no muy largo eran parte de mi rutina mañanera.

Comencé a ver por la ventana que quedaba no muy alejada de mi cama y más alta que está en uno de los costados; la luz que entraba por ella y el vuelo de uno que otro pájaro, escuchaba el ruido de las aves y la brisa mover las hojas de los arboles; esté último me causaba una sensación de tranquilidad y paz pero superaba la alegría que me causó una sonrisa de extremo a extremo el recuerdo de la noche anterior; el volver a sentir esa ola de calor entrar por la ventana del auto, el ver las llamas envolver el metal del camión y observar como el haz de luz hacia desaparecer todos aquellos rostros de hombre y mujeres que no conocía. Era una sensación de éxtasis total.

Después de varios minutos gozando de la mañana y del recuerdo en cama, me levante descalzo y solo portando un pantalón delgado para dormir en tono azul claro fui directo al baño; hice pipi y me lave la cara.

Regresé a la habitación y tome de mi buro aquel celular que descansaba. Ya tenía un mensaje de aquella dama con la que había pasado la noche anterior en la que me decía “Buenos días, no olvides ver los periódicos de hoy” seguido por “Estoy en un estado de placer total, ya perdí la cuenta de cuantas sonrisas me ha causado el recuerdo”.

Deje el celular en el buro y me enfile a la cocina donde desayunaría una rica fruta fresca y cereal mientras veía el noticiero sentado tranquilamente en el comedor. Me gustaba el café pero no soportaba la idea de contraer gastritis por algo tan tonto como eso.

Vivía en un departamento modesto con una habitación, un baño completo, una sala de buen tamaño y una cocina lo suficientemente amplia para realizar uno de mis hobbies que era cocinar; en un edificio modesto, con vecinos modestos, en una calle modesta y en una ciudad pequeña que crecía poco a poco gracias a las industrias manufactureras que veían al lugar con potencial para poner sus plantas de trabajo. Eso me gustaba ya que me daba un mayor campo de trabajo laboral y personal.

Lave los platos que había ensuciado, regresé al cuarto y me cambie la ropa para salir a correr un poco a un parque cercano a mi edificio en donde se concentraba una buena cantidad de gente a hacer también actividad física. Ahí encontrabas a hombres y mujeres de todas las edades y de todo tipo, solos acompañados, con mascotas y con ropa muy holgada o muy justa.

Era una sensación interesante ya que, te movías de forma incógnita; podías conocer los rostros pero no sabías que había detrás de ellos, que era lo que hacían para vivir, cuáles eran sus nombres o sus ideas; nunca pasaba de un leve gesto con la cabeza o un saludo con la mano a distancia. No había palabras, solo miradas cruzadas.

Corría por entre los árboles y por entre la gente con mis audífonos puestos escuchando música con una gran cantidad de bits pero podía sentir una atmosfera pesada, un ambiente tenso de preocupación y temor; era el aire que estaba espeso, como si el humo del camión se hubiera propagado por todas las calles y avenidas, entrado por debajo de las puertas y por las ventanas de las casas y haber sido respirado por todos; haciéndolos despertar de sus lindos y tiernos sueños e inundándolos en pesadillas y miedos.

-¿Ya te enteraste de lo que pasó anoche?- me comentaba un hombre con el que de vez en cuando cruzaba palabras cuando me cansaba y me sentaba en una banca. Hablábamos de vez en cuando acerca de deportes o cosas de política pero yo lo consideraba como un simple conocido; creo que él a mi como un amigo cercano porque a veces me invitaba a fiestas o me platicaba de su familia; yo era algo parecido a su desahogo de su vida cotidiana, un hombre de casi su misma edad con el que podía hablar cosas diferentes. Un padre con dos hijas que iban en la preparatoria felizmente casado pero con un alto grado de preocupación por el futuro ¿A si eran los padres hoy en día? ¿Eso era en lo que pensaban? ¿Vivian para y por sus hijas y esposa y todo lo que hacían era motivo de fiesta? Creo que la respuesta a todo eso era afirmativa. No le tenía celos, pero si curiosidad ¿qué era lo que se sentía estar de ese lado?

-¿Lo del autobús? Muy trágico ¿cómo es posible que pasen cosas así?- Preguntaba aun sabiendo la respuesta.

Se llevó las manos a la boca y dijo:

-Mi esposa y mis hijas están aterradas. No puedo dejar de pensar en aquellas personas, madres de familia, trabajadores, hijos; dios santo, que horrible- Fue lo primero que también pensé en el día.

-¿Qué te puedo decir? Así pasa, hay que vivir con eso y salir adelante- Su rostro también mostraba angustia y yo lo estaba disfrutando.

-Tienes razón, solo hay que vivir con cuidado y a la gente mala le pasan cosas malas- ¿Esa gente era mala? No lo sé y no me importa. –Pero bueno, te dejo hermano. Unos cinco minutos más y a regresar con mis hermosas hijas- Finalizaba mientras se levantaba de su lugar y se despedía con un apretón de manos.

-Cuídate hermano- y cuida a tus hijas y esposa.

-Igualmente- Lo haré.

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