jueves, 8 de agosto de 2013

Dentro de mi mente. Parte 9.

Matar el sentimiento, matarme con mis propias manos, desaparecer lo que tiene por mi y ¿si nunca vuelve a recordarme? ¿Si se olvida de todo lo que he hecho por él? ¿Si me deja sola? ¿Si no reconoce lo que estoy haciendo por él? No puedo, no puedo hacerlo, no debo hacerlo, no puedo hacer eso por él. No puedo salvarle la vida si eso le puede provocar olvidarse de mí. Lo siento, pero no puedo.

Entre lágrimas, dudas y preguntas en mi cabeza solo le dije a mi persona enfrente de mí antes de darme la vuelta y seguir pensando:

-Lo siento, no puedo hacerlo. Simplemente no puedo matar lo que siente por mí porque no me quiero separar de él- Mi voz se cortaba y mis lagrimas bailaban en mi mejilla mientras más preguntas surgían en mi cabeza.

Si tengo mi propia cárcel en mi cabeza ¿estarán pasando lo mismo que aquí? Caos para tomar una decisión. Solo, no puedo hacerlo.

Me di la vuelta y camine lejos de la otra dama que se quedaba parada petrificada por mi última palabra para que después se quedara de rodillas y se hundiera en llanto entre sus manos. Ya no era intocable, ahora los reos la golpeaban cuando corrían a un lado suyo y esta tirada en el suelo se pego a la pared, se sentó y miro al techo con sus ojos llorosos esperando algo; tal vez el fin de todo.

Camine por todos los gritos, empujones, problemas, discusiones, peleas y muertes hasta que me lo encontré de frente mientras hacia su acto; su propósito, su don natural; matar.

Me daba la espalda hasta que dejo caer un cuerpo ensangrentado al suelo. Tenía los ojos abiertos y me miraba con una expresión de dolor, sufrimiento y pena; lo que le quedaba de su rostro.

Así es como debe acabar, no pude salvarlo y no podre salvarme a mí. Debo acabar con esto antes de que algo más suceda y vea como este lugar en verdad se cae en pedazos. Estoy lista o eso creo. Aunque tengo la leve sensación de que no va a poder hacerlo, pero y si eso sucede ¿Luego qué? Y esa es la misma maldita pregunta que me he estado haciendo todo el tiempo que he estado aquí adentro. Demonios, tómame amado mío, por mi debilidad, por mi inutilidad y porque sé cómo arreglarlo pero no quiero hacerlo, porque no quiero que te olvides de mi; porque te amo y por ese amor te estoy quitando la vida. Aprovéchate de mí.

Se dio la vuelta y tenía un rostro serio, excitado y ansioso. Era un adicto suelto en el lugar.

Me miro y sonrío. Desde que llegue quería hacerlo, sabía que no iba a poder salvarlo y por eso quería ahorrarse el tiempo y hacerlo de inmediato.

Se fue acercando a mí pero yo daba pasos atrás alejándome. Vamos, no te alejes; ten fuerza. Movía su cuchillo y caminaba con gracia, su cabeza se inclinaba y sonreía. Siempre odie tu sonrisa. Era un loco, mi loco.

Me arme de valor y me detuve y él igual pasos después. Estaba sudando y los dientes me temblaban, todo el cuerpo más bien. Cerré los ojos con fuerza y grite:

Lo siento, en serio lo siento.

-¡Hazlo ya! ¡Soy toda tuya! ¡Tómame con un demonio desgraciado! ¡Ya!-

Cuando sentí un temblor tan fuerte que me tiro al piso y me puso de rodillas, abrí los ojos y vi como el techo se empezaba a colapsar y todo caía del fondo de la prisión hacia mí.


Ya es hora, todo se acabo. Adios.

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