Matar el sentimiento,
matarme con mis propias manos, desaparecer lo que tiene por mi y ¿si nunca
vuelve a recordarme? ¿Si se olvida de todo lo que he hecho por él? ¿Si me deja
sola? ¿Si no reconoce lo que estoy haciendo por él? No puedo, no puedo hacerlo,
no debo hacerlo, no puedo hacer eso por él. No puedo salvarle la vida si eso le
puede provocar olvidarse de mí. Lo siento, pero no puedo.
Entre lágrimas, dudas y preguntas en mi cabeza solo le dije
a mi persona enfrente de mí antes de darme la vuelta y seguir pensando:
-Lo siento, no puedo hacerlo. Simplemente no puedo matar lo
que siente por mí porque no me quiero separar de él- Mi voz se cortaba y mis
lagrimas bailaban en mi mejilla mientras más preguntas surgían en mi cabeza.
Si tengo mi propia cárcel
en mi cabeza ¿estarán pasando lo mismo que aquí? Caos para tomar una decisión.
Solo, no puedo hacerlo.
Me di la vuelta y camine lejos de la otra dama que se
quedaba parada petrificada por mi última palabra para que después se quedara de
rodillas y se hundiera en llanto entre sus manos. Ya no era intocable, ahora
los reos la golpeaban cuando corrían a un lado suyo y esta tirada en el suelo
se pego a la pared, se sentó y miro al techo con sus ojos llorosos esperando
algo; tal vez el fin de todo.
Camine por todos los gritos, empujones, problemas, discusiones,
peleas y muertes hasta que me lo encontré de frente mientras hacia su acto; su propósito,
su don natural; matar.
Me daba la espalda hasta que dejo caer un cuerpo ensangrentado
al suelo. Tenía los ojos abiertos y me miraba con una expresión de dolor,
sufrimiento y pena; lo que le quedaba de su rostro.
Así es como debe
acabar, no pude salvarlo y no podre salvarme a mí. Debo acabar con esto antes de que algo más suceda y vea como este lugar
en verdad se cae en pedazos. Estoy lista o eso creo. Aunque tengo la leve
sensación de que no va a poder hacerlo, pero y si eso sucede ¿Luego qué? Y esa
es la misma maldita pregunta que me he estado haciendo todo el tiempo que he
estado aquí adentro. Demonios, tómame amado mío, por mi debilidad, por mi
inutilidad y porque sé cómo arreglarlo pero no quiero hacerlo, porque no quiero
que te olvides de mi; porque te amo y por ese amor te estoy quitando la vida. Aprovéchate
de mí.
Se dio la vuelta y tenía un rostro serio, excitado y
ansioso. Era un adicto suelto en el lugar.
Me miro y sonrío. Desde
que llegue quería hacerlo, sabía que no iba a poder salvarlo y por eso quería
ahorrarse el tiempo y hacerlo de inmediato.
Se fue acercando a mí pero yo daba pasos atrás alejándome. Vamos, no te alejes; ten fuerza. Movía
su cuchillo y caminaba con gracia, su cabeza se inclinaba y sonreía. Siempre odie tu sonrisa. Era un loco, mi
loco.
Me arme de valor y me detuve y él igual pasos después.
Estaba sudando y los dientes me temblaban, todo el cuerpo más bien. Cerré los
ojos con fuerza y grite:
Lo siento, en serio lo
siento.
-¡Hazlo ya! ¡Soy toda tuya! ¡Tómame con un demonio
desgraciado! ¡Ya!-
Cuando sentí un temblor tan fuerte que me tiro al piso y me
puso de rodillas, abrí los ojos y vi como el techo se empezaba a colapsar y
todo caía del fondo de la prisión hacia mí.
Ya es hora, todo se
acabo. Adios.
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