martes, 6 de agosto de 2013

Dentro de mi mente. Parte 8.

Ni los mismos reos sabían que qué era lo que estaba pasando; nunca habías salido todos juntos, no había una emoción o sensación que les permitiera la libertad provisional a todos, era un completo caos, había tiranía, gritos intensos, risas frustrantes, gemidos temerosos y cientos de sonidos diferentes entre personas que corrían, otras que golpeaban metales, etc.

Lo peor que pensé paso ni un minuto después; gritos de muerte, sangre y violencia en la prisión. En serio el lugar estaba perdiendo el control y yo seguía parada paralizada sin poder voltear a mirar ya que a mi espalda estaba un lugar cayéndose a pedazos pero frente a mi estaba el hombre que amaba, del que me había enamorado perdidamente y había prometido siempre estar con él, el novio al que le había tomado la mano, besado los labios y estrujado con un abrazo; con el que era yo verdaderamente. Pero él solo era una parte de un todo, del todo que tanto quería.

Las luces comenzaban a fallar en toda la habitación y los sujetos con lentes trataban de arreglar la situación corriendo de una computadora a otra; no tenían el control de nada y no sabían cómo arreglarlo. Estaba cerca el fin si no hacía algo, pero lo único que se me ocurrió fue una simple pregunta; pero la más importante.

-¿Por qué?- Necesito saberlo ¿por qué te quieres autodestruir? Dímelo por favor.

Sus ojos eran profundos, como siempre lo habían sido; una sonrisa siniestra apareció en su rostro y su cuerpo se enderezo por su sensación de victoria que estaba teniendo en esos momentos.

-¿Aun no se te ocurre? ¿En verdad? Pues ¡por que la vida es la más grande de las mentiras! Emociones, sensaciones y lo que sea; todo es mentira. Gente mentirosa, emociones falsas, sensaciones que como llegan se van. Es algo necesario, y morir por las mentiras ¿Dime que eso no está genial? Te mentí a ti, al amor de mi vida; ¿qué más podría hacer?-

-¿Por qué ahora?- Buena pregunta, pero apúrate que no queda tiempo.

-Porque sabía que ibas a entrar, que ibas a arriesgarte y meterte a este lugar podrido. Eres lo más preciado de este lugar y si te pasara algo, de inmediato este lugar se iba a quedar en ceros, iba a morir de la pena aunque sea interna. Eres mi comprobante de que todos se vayan al demonio y que todo esto desaparezca. Pero ahora no te voy a matar, quiero que sufra y aparte yo no lo voy a hacer; hay personas en este lugar que tiene mejor imaginación para eso que yo.- Eso me paralizo por completo, ya que había conocido y visto a esas personas que decía y ahora estaban libres.

Razón ¿Dónde estás? Apúrate de lo que estés haciendo. Pero aunque viniera ¿qué hago? ¿Ahora qué? Soy lo más importante del lugar, estoy en el centro de todo… Tengo que salir de aquí.

No pude seguir hablando y salí  corriendo del cuarto mientras mis lágrimas salían por mis ojos. Todos se empujaban, no sabían que hace con tanta libertad. Veía cuerpos destrozados en el piso y rastros de sangre por todos lados, un hedor de humedad y gritos de agonía en todas partes hasta que me vi; inmóvil enfrente de su celda con lágrimas en sus ojos y gemidos silenciosos pero nadie le hacía nada, como si tuviera un campo de fuerza y provocara que todos estuvieran lejos de ella y si alguien pasaba cerca no chocaba con ella, la evadía.

Me pare enfrente de ella y alzo la vista. Tenía la pintura de los ojos corrida, los labios rojos habían desaparecido, su ropa estaba rota, su cabello maltratado. No era yo, algo le había pasado.

Me miro y dijo:

-Eres la solución, soy el centro de todo. Solo hay esta manera de remediarlo para que luego tú regreses a este lugar. Hazlo, por favor hazlo ya, no hay tiempo antes de que muera pero no podre regresar, eso depende de ti.- Sus sollozos interrumpían su voz una y otra vez.

-¿A qué te refieres?-


-Mátame, mátame, mátame ya; pero yo no podre revivir, el amor por ti morirá pero él vivirá. ¡Hazlo ya! Deséalo y es posible, mata su amor por ti y vivirá.-

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