martes, 2 de abril de 2013

Rojo Atardecer.


Detrás de las montañas te escondías y te ausentabas de las nubes que iban detrás de ti reclamando tu nombre a gritos. No era normal tu parecer ya que mostrabas un tinte rojo, un rojo brillante y penetrante que me hiso pensar y decir “que bonito” interrumpiendo una conversación.

Quise besarte y abrazarte con demasiada fuerza; tenía un deseo de susurrarte al oído todo mi amor y demostrarte ante tus ojos mi devoción a ese sentimiento que tenia sobre ti. Pero estaba loco, estaba roto y no podía dejar de desear ver el mismo color rojo sobre tu cuerpo que mostraba el Sol en un atardecer.

Una habitación, una casa, un cuchillo, una pistola, una dama y un loco asesino encerrados por razones desconocidas. Los dos sujetos parados y abrazados con fuerza bajo una tenue luz de la Luna; sentías mi corazón palpitar en tus oídos y yo tu respirar como si lo tuviera en la nuca.

Mis ojos estaban dilatados y temblaba pero no de frío. Me preguntabas que pasaba y yo solo con lágrimas en los ojos te trataba de hablar pero solo salían sonidos desagradables de mi boca hasta que me pude tranquilizar y por fin pude  pronunciar:

“Te amo y ambos sabemos lo que soy, tal vez no sepas lo que hago en las noches ni mi más grande adicción y maleficio; pero sigo siendo el mismo hombre del que te enamoraste ya hace tiempo. No lo aceptas, pero si amada mía, soy el más grande de tus temores y el peor de los monstruos de este mundo creado por el mismo mal con el que me han hecho pasar cosas. Soy el asesino perfecto y hoy tú eres una de mis victimas, el ser que hoy merece morir ante mis ojos, bajo tu mirada que solo estará en rojo, sobre el sentir de tu cuerpo que se desvanece poco a poco y con un solo respiro con el que tu cuerpo dejara de funcionar. No sé porque lo hago, no encuentro razón alguna para hacerlo pero creo que es porque no quiero que pases más por esto; por esta duda y preocupación, mereces ver como soy en verdad, mereces la verdad. Adiós y no te veré en el cielo porque yo tengo pase directo al infierno.”

La aleje de mi cuerpo con un empujón y con mi mano derecha saque el cuchillo de mi espalda abalanzándolo hacia su posición pero solo cortando un mecho de su cabello y haciéndole un rasguño en la mejilla. Todo paso muy lento y sobre la pared se notaba el paso por el aire del cuchillo un poco ensangrentado.

Ella cayó al suelo y preguntándome cómo era posible que supiera lo que iba a hacer porque se quito del paso del cuchillo a tiempo saco un arma de no sé dónde y apuntándome con ambas manos dijo antes de tirar del gatillo:

“Te amo y sé lo que eres, esperaba este día y ahora el demonio regresara a su hogar sin antes dejar un corazón roto, unos ojos llorando y una pregunta de ¿por qué lo hiciste? ¿Por qué no pediste ayuda? ¿Por qué tú? Adiós y gracias por decirme la verdad, por no lastimarme más.”

Tiro del gatillo.


Desperté en mi cama y con dificultad podía respirar y sentía algo en el cuello que me molestaba, dolía y causaba daño. Lentamente con mi mano empecé a sentir mi cuello que estaba húmedo y no era de sudor. Un metal estaba penetrado sobre mi cuello y empezaba perder grandes cantidades de sangre.

La vista la tenía muy aguda y aunque fuera de noche podía verla parada en la puerta con las manos manchadas de sangre al igual que su ropa para dormir. Me veía fijamente y con seriedad pero sabía que dentro de ella estaba destruida totalmente. Dio media vuelta y cerró la puerta lentamente.

Me acosté con dificultad y sintiendo el poco pulso que me quedaba en el cuello una imagen paso por mis ojos. Era yo parado muy relajado en una habitación blanca vestido con ropa común y solo decía tranquilamente:

“Toma hombre, eres lo que eres y punto final. Esto era mejor para ella, antes de que la mataras por necedad como en tu sueño aunque realmente terminas muriéndote. No me preguntes que significa porque yo soy tu y se lo mismo que tu inútil. Cuídate y hasta luego pequeño pedazo de escoria; sabias que ella se merecía más. Sangre eres, sangre amas, sangre se devuelve a la tierra. Adiós.”

Se dio media vuelta y antes de empezar a caminar dijo:

“No tardabas en hacerlo, te conozco”



No hay comentarios: