miércoles, 29 de junio de 2011

El inicio de un asesino. Parte 6

Ya había pasado la media hora y todo seguía igual.

Estaba sentado en el sofá de la sala esperando a que alguien llamara a la puerta mientras miraba al vacio y pensaba en lo que iba a pasar; en las posibles consecuencias de mis actos y en las probabilidades de ser descubierto.

Toc-toc.

Era hora. Fui a abrir la puerta y la vi ahí parada, con sus labios de diosa y ojos de perdición, era alguien de la cual estaba enamorado pero no de la clásica manera.

Con un gesto la invite a entrar a mi hogar y cerré la puerta lentamente observando por la calle por si alguien la seguía o la había visto. Estaba sola con excepción de un perro que paseaba por la acera oscura, me volteo a ver con indiferencia, como cualquier perro, y siguió su camino.

-¿Todo bien?-me pregunto Emily asomando su cabeza entre mis hombros ya que estaba viendo a la puerta.

-Si- le conteste volteándola a ver.

Era una cara angelical, cada una de sus miradas provocaba un surgimiento de emociones dentro de mi ser que se expandía como un enervante, pasando por mis venas y órganos hasta llegar al centro de todo.

No dejaba de palpitar.

-Acompáñame al cuarto-

Interrumpí mi éxtasis y empecé a caminar a las escaleras, subiéndolas y después deteniéndome en la entrada de la habitación volteé a ver a mi compañera que me seguía.

-Hoy acaba todo- dije mientras abría la puerta y mostraba a mi esposa sobre la cama.

Seguía esposada pero ahora su cuerpo formaba una flecha con las piernas y brazos estirados.

Estaba acostada sobre un borde de la cama con su cuerpo plastificado; piernas, brazos, tórax, estomago, pelvis y cuello envueltos en plástico. Sus ojos y boca se encontraban tapados por cinta adhesiva y claramente estaba sumida en sueño.

La habitación se hiso de un silencio penetrante, creo que mi invitada no esperaba una cosa como esa; sus ojos se abrían de asombro al igual que su boca intentado decir algo. Solo escuchaba su respirar, lo que me conmovió.

Me pare detrás de ella y con un susurro le dije lentamente a su oído:

-Es el fin del camino- Mientras le tapaba los ojos con mi mano derecha y con la izquierda le inyectaba una sustancia que estaba escondida en mi bolcillo que tendría una duración de una hora.

Creo que se conformo con lo que estaba pasando porque solo aspiro aire por su boca y dejo que el líquido hiciera su trabajo.



Estaba acostada de igual manera que mi amada, esposada y con todo su cuerpo plastificado; solo que ella estaba del otro extremo de la cama cuando se despertó.

Lo primero que vio fue el cuchillo que estaba en un buro a su lado, luego giro su mirada desconcertada hasta verme sentado en el borde de la cama donde se encontraban sus pies.

Guardamos silencio hasta que por la ventana se empezaba a oír a las gotas caer del cielo, era tan relajante ese sonido que cerré mis ojos y tranquilamente suspire hasta quedarme sin oxigeno.

Cuando volví a abrir mis ojos ella me miraba pero ahora mi cuerpo no sentía nada. Me pare para volverme a sentar pero ahora más cerca de su hermoso rostro, alado de su pecho desnudo. Me empecé a inclinar hasta que quedaron nuestros ojos paralelos. Sentía su respiración y ella mía. Nunca me había dejado a mirar hasta que con el esfuerzo que hiso, me beso.

La lluvia caía con más fuerza, las ventanas se sacudían estrepitosamente. La única luz que alumbraba la habitación empezaba a fallar provocando momentos de oscuridad. La temperatura aumento al igual que nuestros corazones.

No intentaba soltarse, solo continuaba besándome y yo le acariciaba la cara con la palma de mi mano, hasta que… Con la mano que tenía libre tome el cuchillo sobre la mesa y lo enterré ferozmente sobre su pecho que ahora se tornaba rojo.

Como si hubiera tenido un orgasmo soltó un sollozó y continuo besándome hasta que su corazón dejo de palpitar y sus labios dejaron de moverse.

Me volví a sentar sobre la cama y espere a que mi esposa despertara.



Su cuerpo se empezó a sacudir intentando soltarse. Me estire y removí de sus ojos la cinta.
La luz le lastimaba hasta que se adapto y me empezó a buscar con la mirada hasta que me vio sentada a un costado de una mujer que ya hacia muerta sobre su cama.

Intento gritar, pero fue algo inútil hasta que empezó a llorar y a sollozar.

-Fue bueno mientras duro- le dije para después pararme y salirme del cuarto.



-911-

-Si hola, hablo desde un teléfono público para informarle que hubo gritos desde la casa número 789, calle Oliva, colonia Roma. Parece que hay alguien herido, por favor no tarden- Tenía los guantes de látex puestos.



Estaba sobre la carretera, había una recta de unos 500 metros y después una curva que impedía que los autos se fueran desbordados a un precipicio de 900 metros.

Bañe mi auto de alcohol, le puse un candado al volante para que se mantuviera recto y para terminar “Te dije Emily, hoy se acaba todo” puse una piedra sobre el acelerador y alcancé a cerrar la puerta del auto que se alejaba rápidamente por la recta hasta llegar a la curva y desbordarse.
Camine tranquilamente por la carretera, al norte, donde ya sabía que iba a hacer.



Ese era el final de algo que apenas empezaba.



P.D.- Recuerda que nunca pudieron inculpar a mi esposa por lo que hacía, por falta de pruebas. Pues yo no deje de investigar y encontré al que le hacía sus trabajos.

Esta sentado en donde él por última vez lo hiso, detective. Su cuerpo está por debajo de esa fea choza.



Un saludo.

1 comentario:

gabriel revelo dijo...

Excelente final!!! cierra muy bien el relato, pero a la vez deja abierta varias posibilidades. Jugaste con la tensión hasta el último párrafo y el interés nunca cayó, al contrario.

Felicidades. Una pregunta para aprender ¿desde un principio tenías claro el cuerpo y final de la historia, o lo fuiste desarrollando en cada capítulo?

Saludos!