domingo, 15 de noviembre de 2015

Media Naranja. Parte 13

-Aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido…- Decía “mi dama” cada que pasaba una persona enfrente de nuestra casa mientras ella se encontraba sentada en una mecedora que habíamos comprado hace unos días para el pórtico.

Yo iba llegado del campo de otro “aburrido” día de lo mismo que ayer y el día anterior y que el anterior y que la semana pasada y que el mes pasado.

-¿Qué tal día?- Le pregunte mientras la veía meciéndose en la silla.

-Pudo estar peor; aburrido, aburrido, aburrido- Me decía mientras veía a tres niños que caminaban por la acera de enfrente.

-Eso es cierto-

-Sí, aburrido- Ahora no solo era con las personas, sino hasta con el perro que se detuvo enfrente de nosotros para vernos con sus ojos oscuros y después yéndose con su andar chueco de perro falco de pueblo aburrido.

Abrí la puerta de la casa y la encontré desordenada, como si un huracán hubiera pasado dentro y hubiera volteado la mesa y los sillones, si hubiera sacado todos los sartenes, platos y vasos de la cocina y los hubiera estrellado contra la pared y el piso y si hubiera tomado una lata de pintura y se hubiera puesto a rayar la pared y los muebles.

La voltee a ver mientras ella ahora se mecía en la silla con su mirada puesta en mí y con el mentón bajo aun diciendo “aburrida, aburrida, aburrida”. No parpadeaba y no parecía que respirara.

La deje de ver y empecé a voltear a toda la calle para ver si había algo extraño, si alguien nos estuviera viendo o si alguien hubiera escuchado algo pero no, todo estaba “normal, común y corriente. Como ayer, la semana pasada y el mes pasado”.

No le dije nada y me adentre más al “hogar” mientras escuchaba como mis zapatos de casquillo pisaban pedazos de vidrio roto, de porcelana rota, madera quebrada y hasta patee un sartén doblado noventa grados de tanto que lo habían estrellado contra la pared que ahora tenía un hoyo y ladrillo se desboronaba.  

Llegue a la cocina y la situación no era diferente. La estufa hecha pedazos, los anaqueles doblados, sin puertas, ni vidrios y mucho menos con lago adentro. Abrí el refrigerador y lo único que había eran dos botellas de nuestras bebidas favoritas, unos refrescos de uva sin gas; lo interesante de esa imagen era que el refrigerador estaba sin las rejillas, sin la luz prendida y mucho menos sin enfriar ya que estaba descompuesto pero; estaba limpio, muy limpio y con las bebidas paradas junto en medio de esté y frías, como nos gustaban.

Cerré la puerta de este y al momento de que choco contra el cuerpo está se derrumbó en el piso dejando el refrigerador con la puerta abierta permanentemente.

Me dirigí a la habitación y aunque no teníamos muchas cosas ahí parecía que todo se hubiera venido para abajo pero con la cama en perfectas condiciones.

Pase al baño y era el único lugar que estaba como lo había dejado en la mañana. Hice lo que tenía que hacer en él, tome los refrescos y me salí de la casa para ver el jardín de atrás; también estaba como lo habíamos dejado, eso era el único que iba rumbo a la perfección.

Me fui a la entrada de la casa y la vi, continuando con su discurso y movimiento. Le di su botella, la tomo y me senté en el escalón de la entrada viendo igual a la gente pasar.

 Pasaron unos segundos cuando me había sentado cuando se calló y dijo:

-Gracias, mi amor- Yo no dude y le conteste:

-De nada, querida; gracias a ti- Y esa respuesta ni yo me la esperaba pero era cierto, hoy se había convertido en algo más que “mi dama”.

Nos quedamos sentados en silencio todo el día bebiendo nuestras botellas hasta acabárnoslas. Las horas pasaron al igual que la luz de Sol y la luz de la Luna comenzó a iluminarnos.

Me levante con las piernas adormiladas y ella de su mecedora. Nos metimos a la casa y con el crujir del piso llegamos a la habitación en donde me quite la ropa hasta estar en ropa interior y me metí al baño para bañarme.

Mientras estaba recargado en silencio en la pared con los ojos cerrados sintiendo como el agua fresca pasaba por mi cuerpo escuche como la puerta del baño se abrió y luego se cerró, como el cancel de la regadera se abría y cerraba y como unas manos pasaban por mi espalda suavemente tocando cada uno de mis músculos y heridas ganadas a lo largo de mi vida.


Me di la vuelta, abrí los ojos y ahí estaba ella. Totalmente desnuda, comenzándose a mojar y viéndome fijamente. Nuestros cuerpos se juntaron con un beso y un abrazo de pasión y momentos después nos hicimos uno desde ese momento hasta el final de nuestra vida.

No hay comentarios: