-Aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido,
aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido,
aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido,
aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido, aburrido…- Decía “mi dama”
cada que pasaba una persona enfrente de nuestra casa mientras ella se
encontraba sentada en una mecedora que habíamos comprado hace unos días para el
pórtico.
Yo iba llegado del campo de otro “aburrido” día de lo mismo
que ayer y el día anterior y que el anterior y que la semana pasada y que el
mes pasado.
-¿Qué tal día?- Le pregunte mientras la veía meciéndose en
la silla.
-Pudo estar peor; aburrido, aburrido, aburrido- Me decía
mientras veía a tres niños que caminaban por la acera de enfrente.
-Eso es cierto-
-Sí, aburrido- Ahora no solo era con las personas, sino
hasta con el perro que se detuvo enfrente de nosotros para vernos con sus ojos
oscuros y después yéndose con su andar chueco de perro falco de pueblo
aburrido.
Abrí la puerta de la casa y la encontré desordenada, como si
un huracán hubiera pasado dentro y hubiera volteado la mesa y los sillones, si
hubiera sacado todos los sartenes, platos y vasos de la cocina y los hubiera
estrellado contra la pared y el piso y si hubiera tomado una lata de pintura y
se hubiera puesto a rayar la pared y los muebles.
La voltee a ver mientras ella ahora se mecía en la silla con
su mirada puesta en mí y con el mentón bajo aun diciendo “aburrida, aburrida,
aburrida”. No parpadeaba y no parecía que respirara.
La deje de ver y empecé a voltear a toda la calle para ver
si había algo extraño, si alguien nos estuviera viendo o si alguien hubiera
escuchado algo pero no, todo estaba “normal, común y corriente. Como ayer, la
semana pasada y el mes pasado”.
No le dije nada y me adentre más al “hogar” mientras
escuchaba como mis zapatos de casquillo pisaban pedazos de vidrio roto, de
porcelana rota, madera quebrada y hasta patee un sartén doblado noventa grados
de tanto que lo habían estrellado contra la pared que ahora tenía un hoyo y
ladrillo se desboronaba.
Llegue a la cocina y la situación no era diferente. La
estufa hecha pedazos, los anaqueles doblados, sin puertas, ni vidrios y mucho
menos con lago adentro. Abrí el refrigerador y lo único que había eran dos
botellas de nuestras bebidas favoritas, unos refrescos de uva sin gas; lo
interesante de esa imagen era que el refrigerador estaba sin las rejillas, sin
la luz prendida y mucho menos sin enfriar ya que estaba descompuesto pero;
estaba limpio, muy limpio y con las bebidas paradas junto en medio de esté y
frías, como nos gustaban.
Cerré la puerta de este y al momento de que choco contra el
cuerpo está se derrumbó en el piso dejando el refrigerador con la puerta
abierta permanentemente.
Me dirigí a la habitación y aunque no teníamos muchas cosas
ahí parecía que todo se hubiera venido para abajo pero con la cama en perfectas
condiciones.
Pase al baño y era el único lugar que estaba como lo había
dejado en la mañana. Hice lo que tenía que hacer en él, tome los refrescos y me
salí de la casa para ver el jardín de atrás; también estaba como lo habíamos
dejado, eso era el único que iba rumbo a la perfección.
Me fui a la entrada de la casa y la vi, continuando con su
discurso y movimiento. Le di su botella, la tomo y me senté en el escalón de la
entrada viendo igual a la gente pasar.
Pasaron unos segundos
cuando me había sentado cuando se calló y dijo:
-Gracias, mi amor- Yo no dude y le conteste:
-De nada, querida; gracias a ti- Y esa respuesta ni yo me la
esperaba pero era cierto, hoy se había convertido en algo más que “mi dama”.
Nos quedamos sentados en silencio todo el día bebiendo
nuestras botellas hasta acabárnoslas. Las horas pasaron al igual que la luz de
Sol y la luz de la Luna comenzó a iluminarnos.
Me levante con las piernas adormiladas y ella de su
mecedora. Nos metimos a la casa y con el crujir del piso llegamos a la
habitación en donde me quite la ropa hasta estar en ropa interior y me metí al
baño para bañarme.
Mientras estaba recargado en silencio en la pared con los
ojos cerrados sintiendo como el agua fresca pasaba por mi cuerpo escuche como
la puerta del baño se abrió y luego se cerró, como el cancel de la regadera se abría
y cerraba y como unas manos pasaban por mi espalda suavemente tocando cada uno
de mis músculos y heridas ganadas a lo largo de mi vida.
Me di la vuelta, abrí los ojos y ahí estaba ella. Totalmente
desnuda, comenzándose a mojar y viéndome fijamente. Nuestros cuerpos se
juntaron con un beso y un abrazo de pasión y momentos después nos hicimos uno
desde ese momento hasta el final de nuestra vida.
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