domingo, 15 de noviembre de 2015

De blanco.

No sé cómo te conocí y cuando fue que te vi por primera vez. Tal vez nos habíamos encontrado en una fiesta o en un museo o en un bar o en la calle caminando en dirección contraria y nos pasamos desapercibidas aunque nuestras miradas se encontraron por unos segundos, no lo sé; pero hoy, hoy estas parada a un lado mío recitando un discurso que habla de nuestro compromiso y de que hoy somos uno ante nuestros amigos, amigas, familiares y ante toda la sociedad.

Paso el tiempo y había algo que tenía que decirte, algo que quería compartir contigo y algo que no sabías. Que la familia se queda junta y que todo empieza por algún lado.

No sé quién dio el primer paso, no se quien dijo la primera palabra y no sé de qué hablamos esa primera vez, pero si se cómo entraste a mi vida y sé aún mejor como es que quiero que te quedes en ella.

No es la primera vez que te veo a los ojos brillantes de alegría, que escucho tu voz quebrada de la emoción, que toco tu piel temblante de los nervios y que siento a una gran mujer detrás de ese vestido blanco.

Hoy es un gran día, pero no fue el primero ni será el último de esta alegría. ¿Se puede ser más feliz? Siempre; cada mañana, cada tarde y cada noche. Cada que siento tu piel, que te escucho hablar, que percibo tu aroma y cada que veo tus ojos mirarme.

Ayer fue con un beso, un abrazo y un baile al son de la música. Hoy será con un “buenos días”.


La vida nos da puertas, hay que saberlas abrir con la llave correcta.

Para Virginia y Sol. 

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