viernes, 20 de junio de 2014

La chica de la ventana.

No estaba enamorado de la puerta, no estaba enamorado de los arbustos florecientes que sobresalían de la fachada color crema; no estaba enamorado de la casa de dos pisos con múltiples ventanas y una puerta de madera de madera que estaba detrás de un enrejado oscuro.

No estaba enamorado de como la luz del día caía sobre un costado del hogar y conforme iba cayendo la noche las estrellas y la Luna iluminaban de una forma glamorosa cada rincón de ese hogar de concreto con techo de teja roja y una alta barda que la cuidaba de sujetos como yo, de sujetos indignos a su presencia.

No estaba enamorado de la chica que vi asomarse un día por esa ventana mientras peinaba su largo y ondulado cabello castaño, no estaba enamorado de esos ojos azules que buscaban algo fuera de ese hogar más allá de la barda que la protegía.

No estaba enamorado de la idea de un día verla afuera de su hogar y animarme a hablarle. No estaba enamorado de la idea de que me dedicaría una sonrisa o incluso un par de palabras. No estaba enamorado de ella por su belleza superficial; no lo estaba.

No sabía quién eras ni a lo que te dedicabas. No te conocía en lo absoluto, pero sabía que eras algo más que una dama que se asoma por la ventaba  buscando algo que te interese. Tal vez la llegada de un familiar, de un amigo o amiga, de un novio; no lo sé, yo solo volteaba a ver esa ventana esperando que ese día te asomaras buscando algo.

No hay comentarios: