La noche es cálida y eterna para todas las personas. La
gente va y viene por la ciudad esperando algo de la vida, viéndose entre sí,
buscando problemas, buscando el amor que yo perdí, por que quise.
El transporte viajaba tan lleno como es de costumbre y yo
estaba escuchando mi música, des entendiéndome de mis problemas y esperando
llegar a mi hogar para al fin poder descansar de una semana agotadora. Pensaba
en todas las cosas que habían pasado y no sabía que esperar en el futuro, era
algo incierto para mí en esos momentos.
Como pude logre salir del vagón donde me transportaba y empece
a caminar por la estación hacia la salida. Vi mi reloj de reojo y eran las 8:00pm.,
de pronto alguien se me atravesó de golpe. No la vi venir y cuando se postro en
mi camino me caí hacia atrás y el tiempo se detuvo, todo dejo de funcionar en
esos segundos que parecieron horas.
No era más alta que yo ni más vieja, era de mi edad. Su
cabello era corto color café chocolate, estaba rapado por los extremos y
acomodado de una manera en la que solo un estilista lograría; todos los
reflectores apuntaban hacia ella porque su piel blanca brillaba intensamente en
toda dirección, sus labios eran rojos como llamas en el apogeo de un incendio,
sus ojos eran… eran… cafés, negros, rojos, azules, verdes, grises, hermosos.
Me vi de perfil en el piso y no alejo la vista de mi ni yo
de ella. Estábamos solos en la estación, sin una cámara, sin un guardia de
seguridad, sin otra persona caminando; era como si todo se hubiera parado y
dejado de existir solo para nosotros, para ese instante en el que nos encontrábamos.
En ese momento, un bulto empezó a crecer de su espalda
estirando su ropa. Se paro en una mejor posición y por primera vez vi que
parpadeo, fue lento y delicioso ese momento, como si algo hubiera pasado entre
nosotros.
Yo seguía sentado en el suelo cuando su blusa se rompió de
la espalda y aparecieron lentamente un par de alas. Eran enormes e imponentes,
se estiraban con rigor y censura ante mis ojos, pero no dejaba de ver su par de
perlas en su rostro. Eran negras y parecían estar rotas. Sus plumas se veían
suaves y delicadas como ella misma. Se encogieron y se postraron en su espalda
esperando poderse estirar para volar lejos de ahí.
Después mi corazón dejo de palpitar y mis pulmones de
recibir aire y a penas me había dado cuenta pero nunca deje de verla.
La dulce criatura que no había descifrado que era tenía un
foco por encima de ella y cuando sus alas descansaron se ilumino con más fuerza
hasta reventar y oscurecer toda la estación. Me encogí sobre mi cuerpo hasta
que el lugar se volvió a iluminar pero sin la bella dama.
Gire mi cabeza en todas las direcciones y seguí sin ver a
nadie de pronto como si me hubiera olvidado de respirar absorbí una bocanada de
aire que me termino de tirar en el suelo y empecé a escuchar a mi corazón que latía
con una fuerza que nunca había sentido antes. Estuve unos segundos en el suelo
y después me incorpore. Gire sobre mi eje tratando de buscarla pero no había nadie,
solo el silencio de la calle en el exterior.
Sentí algo recorrer mi labio superior y me di cuenta que
estaba sangrando ligeramente de la nariz, no le tome importancia. Vi el reloj
sobre la pared y marcaba las 8:01pm. y después por curiosidad alce la vista
buscando el foco que supuesta mente se había roto y… lo estaba; en el piso había
regados pedazos de vidrio.
No me quede más tiempo y me salí de la estación.
-¿Qué pasó?- me pregunte sin tener una respuesta. Había
sentido que fuera real pero sabía que no podía serlo o eso creía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario