Su piel era suave y tersa como el algodón mismo. Sus besos
paseaban por los míos descubriendo cosas nuevas y sintiendo como su frío
traspasaba las sabanas que eran las intrusas en sus piernas que se enredaban en
las mías. Sus manos dejaron mis dedos y empezaron a explorar mi cabellera
lentamente; su aliento tibio recorría mi cuello y mi pecho estremeciendo mi
piel y dejándome sin frío alguno.
La noche no decía nada y solo observaba de cada uno de
nuestros movimientos llenos de pasión y perversión. Todo era silencio y el
tiempo se detenía por cada latido que mi corazón daba, estaba excitado y no
dejaba de explorar su cuerpo con mis sensibles manos y solo su cuello con mis ahora
fríos labios.
Ella estaba sobre mí como una depredadora come
a su presa. Su cadera estaba sobre la mía, su cabello enredado a mi cuello y
sus manos aferradas a mis hombros impidiéndome que me levantara. Me jalo hacia
su cuerpo y me senté haciendo que sus piernas se sujetaran a mi cadera.
Sus blancos y delgados dedos pasaron de mis tibios hombros a
mi amplia espalda y sus labios dejaron por primera vez a los míos y pasaron a
expulsar aire a mi oreja. Y toque como a la porcelana su cuello que se abría
paso a mis labios. Era algo delicioso y se saboreaba lentamente.
Se aferraba a mi espalda con fuerza y exhalaba aire caliente
con más frecuencia. Mordisquee su piel
de porcelana y sentí como abría la boca de encanto tratando de decir algo. Me
aferre a su espalda abrazándola con fuerza cuando ella retrocedió y volvió a mis labios
con más fuerza que al principio, no dejaba de moverse y de encantarme cada vez
más. Sus manos tomaron mis hombros por detrás y sus uñas se enterraron.
Sentí como si fueran ocho
agujas enterrándose simultáneamente y bajar lentamente por mi espalda. Solo
abrí un poco más la boca y trate de por lo menos gemir pero solo lo hice dentro
de su perfecta boca, tan dulce, tan perfecta. Mis manos se aferraron aun más a
su espalda y cuando sus dedos dejaron mi espalda yo deje sus labios y me empujo
acostándome de nuevo a mi cama.
No podía abrir los ojos ni poder poner mi espalda en la cama
porque me ardía como nunca. Con los ojos cerrados sentí como sus manos tocaban
mi pecho hasta detenerse en mi vientre y regresar a mi pecho deteniéndose donde
estaba mi corazón. Ella sentía a todo lo que palpitaba mi corazón; tomo mi mano
y la puso entre sus pechos, donde se siente al máximo el corazón de una mujer…
pero no sentí nada, solo su fría piel de porcelana; ahí fue donde abrí los ojos
y enfrente de mi estaban los suyos como antes de caer en la lujuria y en la
pasión. Parpadeo una vez y sonrió ligeramente dándome una mirada que encanta y
enamora.
Se quito de encima de mí, tomo la sabana y de metió a mi
cama. Tomo mi brazo y lo metió detrás de su cuello para abrazarla y su mano la
puso en mi pecho para seguir sintiéndome a mil revoluciones por segundo.
Cerró
sus hermosos ojos y callo dormida a un lado mío y yo viéndola por última vez cerré
los míos para también descansar con un ángel que había encogido sus alas y había
tomado su forma humana en un momento que no me había dado cuenta. Era un ángel que
ahora entendía que era real y no me importaba como es que eso era posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario