Las primeras dos. Una pareja de chacas que se llenaban de
besos provocando algo de incomodidad a las demás mujeres que viajan en la
sección única para mujeres. Lo que llamo mi atención fue la forma en la que la
novia cuidaba a su novio. Le quitaba las lagañas y las imperfecciones del
rostro.
El hombre de Dios. Después de ver a la pareja di vuelta y
observe que un hombre parado a lado mío estaba leyendo un libro. Eso no tiene
nada de raro, lo extraño fue el libro que estaba leyendo; el libro más popular
del mundo; la Biblia y estaba muy concentrado en él. Mientras que la gente lea,
todo está bien.
Y la cuarta mujer, una pelirroja de unos 22 años, con
chamarra rosada y una perforación en una fosa de la nariz que parecía un punto
que brillaba cuando mostraba su perfil. Me sonrió y empezó a hacer unos gentos
de una persona que tuviera sueño. No sabía si era para mí o no, así que solo sonreí
de igual manera, pero cuando gire la vista, por el reflejo me di cuenta que era
a mí a la persona con la que estaba “hablando” y de enseguida me puse rojo; no sabía
qué hacer. La volví a ver y nos vimos a los ojos, nos sonreímos y hasta ahí.
La pareja se bajo del MB y después la pelirroja me dio la
espalda y ya no la volví a ver de frente hasta que me baje y la vi de lejos,
estaba centrada en su celular.
¿Qué había pasado? Las maravillas del transporte público
donde nunca sabes que va a pasar.
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