sábado, 19 de mayo de 2012

El fin del asesino. Parte 5

No traía nada, ni la jeringa con la morfina ni algo parecido; tenía que usar mis manos para hacerlo lo cual me incomodaba ya que si el cuerpo fuera encontrado tendrían las autoridades mis huellas digitales, pero primero para encontrar el cuerpo estaría muy complicado.


Me acercaba al sillón silenciosamente, en cuclillas y con el cuerpo encogido. La sombra del sillón cubría todo mi ser y su sonido evitaba algún indicio de mi presencia. Cuando llegue a la parte posterior del  respaldo del sillón me levante imponentemente sobre la sombra apareciendo ante la luz y aun sin ser visto. Cubrí con el antebrazo derecho el cuello del sujeto fornido y con la mano del mismo lado sujete mi otro brazo realizando una llave que impedía que el oxigeno le llegara al oxigeno provocando que se desmayara unos segundos después pero con lo que no contaba era que al cerrar la llave el hombre se paró de su lugar levantándome del suelo evitando que aplicara la fuerza que yo hubiera querido pero aun así la posición seguía siendo efectivo, solo tenía que aguantar por más tiempo.

El hombre se levanto inclinándose hacia el frente levantando me del suelo y cargándome hasta que salte el sillón. Se empezó a sacudir precipitadamente golpeándome con la pared con sus brazos tratando de abrir el candado, no podía gritar por lo mismo. Fueron un par de minutos de movimientos bruscos hasta que se arrodillo por falta de oxigeno y cansancio, sus brazos dejaron de oponerse y su cuerpo de relajo hasta que cayó dormido sobre el suelo lleno de botellas de cerveza y polvo. Estaba exhausto que tuve que reposar por un minuto sentado en el suelo a un lado del cuerpo.

Salí por la puerta trasera de la casa y camine por la calle hasta mi auto, lo cual encendí y acerque al hogar. No había aun nadie en la calle. Abrí la cajuela del vehículo y saque la jeringa con la morfina efectiva por unas tres horas. Regrese a la sala, inyecte al dormilón y lo arrastre por la puerta trasera hasta mi auto, lo introduje a los asientos de atrás y nos dirigimos a una pequeña cabaña abandonada.

¿Quién abandona una cabaña con una tina en el baño? No importaba, hoy yo se lo agradecía.

Llegando al lugar desolado y oscuro estacione el auto, saque de la cajuela un pliego de plástico de tres por tres metros y forre con este la tina del lugar; también saque unas lámparas y las acomode en baño para que tuviera luz; tape con telas las ventanas para que se siguiera viendo obscura para el exterior pero todo lo hice con mis guantes de látex.

Saque al hombre del auto, lo arrastre hasta la casucha, lo desnude y cubrí de plástico todo su cuerpo, excepto su cara la cual amordace su boca para que no hablara. Después lo introduje en la tina, en la cual cavia apenas al ras y al final me dedique a esperar a que el hombre golpeador se despertara y mientras pasaba eso empecé  a sacar de mi maleta que estaba en el auto todos mi utensilios.

Estaba sentado en la orilla de la tina cuando se despertó, estaba desorientado y la falta de iluminación le facilito que se adaptara a la habitación, trato de hablar pero se dio cuenta que no podía y después quiso mover su cuerpo paro tampoco pudo. Abrió los ojos y me miro fijamente preguntándose quién era el sujeto sentado a un lado de él.

-No me conocer si es lo que estas preguntándote- le dije tranquilamente.

-¿Ves esto?- le pregunte mostrándole una jeringa con un liquido transparente en su interior – para que me entiendas, es adrenalina, ya que no quiero que te duermas porque quiero que sientas cada cosa que te va a pasar en tu última noche de tu vida-

Volvió a intentar moverse pero era inútil, lo único que podía hacer era producir sonidos con su garganta y parpadear velozmente. Me acerque a él y lo inyecte.

-En los próximos segundos sentirás que tu corazón se agita rápidamente, como si estuvieras muy emocionado y algo que también produce es insomnio y grandes cantidades de sudor- Me incline para recoger un cuchillo pequeño y muy filoso que estaba en el suelo para después enseñárselo. Se paralizo.

-Has golpeado mucho a una mujer y supongo que no ha sido a la única, ahora a mi me toca hacer lo mismo contigo. Tal vez pienses que eso no es merecedor de algo como lo que estoy a punto de hacerte pero un golpeador es un golpeador y has lastimado a esa mujer de una manera incurable y también eres propenso a golpear a más gente, como a tu hijo.- Mientras hablaba sus ojos fijos y asustados me veían a mí y al cuchillo que brillaba por su filo y empezaba a sudar como loco; su cuerpo se llenaba de adrenalina.

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