Me enseña cosas que no sabía y logra sorprenderme a cada
instante.
Su opinión es diferente al igual que su pensamiento, pero
somos más que iguales.
Es hermosa y divertida, es una villana que no me deja; pero
no me quiero ir de su lado.
Tratamos de sonreír en los problemas y terminamos en un beso
apasionado acompañado con un abrazo que contagia de ternura a cualquiera que lo
vea.
Soy dichoso de estar a su lado y afortunado de que aun siga
en el mío.
Hablamos, charlamos y platicamos aun cuando no nos hablamos.
Escuchamos, comprendemos y argumentamos en situaciones relacionadas
a nuestra vida.
Nos apoyamos y damos consuelo ante hechos que nos duelen.
No necesitamos escribir en una hoja de papel o en la
computadora lo que sentimos por nosotros porque los que nos ven saben que estamos
enamorados.
A ella le gustan los gatos y a mí los perros, pero al final
quiero tener un perro con ella.
No nos hemos separado porque los dos no queremos irnos de
nuestro lado.
Hoy me dejo una marca mi ángel enamorado y puedo decir que
no me duele, pero se ve dolorosa porque la marca que me dejo no es externa sino
que está en el interior de mí y ahí ha de perdurar.
Comenzó con un “buenos días” y aun no acaba con un “buenas
noches”, que espero que algún día pase cuando estemos en una sola cama con una
vida por delante y un perro acostado en nuestro cuarto mientras los vecinos nos
envidian.
Eres el ángel que me ha marcado de por vida. Gracias Pamela.
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