Sin necesidad de una presentación, tras haberlo esperado con
muchas ansias, tras haberlo soñado y deseado día a día de bien y de mal, pero
dijo “aquí estoy, y por desgracia no estás solo”.
Emergió del fondo de una habitación obscura tras estar en
posición fetal por más de un mes, estaba cansado y quería algo, deseaba algo.
Se puso de pie con su cuerpo desnudo, tirando los hombros hacia atrás y sacando
el pecho. Una luz iluminaba el cuarto, pero no era suficiente ya que aun seguía
obscuro; solo se veía de la cintura hacia arriba de su cuerpo y como un estimulo
alzo la cabeza y me miro, me miro profundamente con esos ojos claros que lo
caracterizaban y ese cabello chino del mismo color de esas esferas que decían más
que mil palabras.
No decía nada pero expresaba lo que quería decir y hacer.
Era serio y disfrutaba lo que antes hacía, lo que lo obligaba a hacer, lo que
me haría lo disfrutaría con una alegoría como nunca.
Se sabía si estaba seguro de su regreso, era como un
espectro o una ilusión pero me di cuenta que no, era más que eso, era más que
real. Sus ojos, su boca, su cabello, su emoción; respiraba, estaba vivo y fue
alimentado de recuerdos, de frustración, de esas emociones que lo llamaban y
gritaban que volviera, su llama nunca se apago, su corazón nunca dejo de latir
y dentro de mi sabía que eso estaba pasando ya que gritaba ferozmente volver a
escena. En un cierto punto se reprimió y dude de su existencia pero sabía,
sabía muy bien que ahí estaba y ahora yo deseaba que estuviera ahí presente, a
un lado de mi, diciéndome que hacer, cómo y cuándo hacerlo.
Empezó a gritar, a decir que iba a salir, que quería estar
fuera del sistema, que el mismo sistema estaba mal; pero ese sistema lo
mantenía vivo, lo dejo vivir y no podía matarlo. El sistema no estaba mal, él
era su creador, él lo formo y lo dejo salir una vez y otra y otra y otra para
cometer sus fechorías. Y con la mano derecho simbolizo el número uno, solo una
vez por ahora y sonrió como nunca antes anunciando que volvería a salir, que
volvería a…no puedo decirlo, aun no, no es tiempo.
Bajo el brazo junto con la mirada e inhalo u aire que no
existía, exhalo un dióxido que no conocía; pero ahí me equivoco, por qué él era
yo. Cerró los ojos, inhalo y exhalo, inhalo y exhalo, se relajo y desapareció.
Gire mi vista para buscarlo en mi habitación, pero no estaba
hasta donde yo sabía y seguía escribiendo. Empecé a girar mi cuello buscándolo en
mi cama y no estaba, me separe del escritorio y gire la silla para ver detrás de
mí y no estaba, suspire aliviado y cuando regresaba a mi posición ahí estaba,
en la entrada de mi cuarto con esa expresión que ya había visto, con esos ojos claros
penetrantes, con esa sonrisa que jamás olvidare. Camino lentamente hacia mí y
se detuvo, toco mi mejilla suavemente y tomo el cabello, me tiro sobre la
alfombra azul y estaba inmóvil y mudo.
Tomo con una mano el cuello y acerco su cara a la mía, no
podía respirar y lo veía, lo veía venir, lo veía sonreír pero no reír. Alzo el
otro brazo y enseñando el cuchillo goteando con sangre lo introdujo
agresivamente sobre mi pecho. No grite y solté una lagrima.
Se levanto firmemente y empezó a caminar, lo vi irse y
voltearse para ver su nuevo crimen, pero tenía en pecho con una cortada profunda
y grande de manera vertical. Como dije antes él era yo, yo era él, pero aun así
y sin importarle sonrió y desapareció de mi vista. Seguía sin poder gritar y
solo vi el techo sobre mí cuando cerré los ojos. No hubo lágrimas derramadas,
no hubo gritos desesperados solo la aceptación de que seguía vivo y estaba libre,
el asesino, mi asesino; yo el asesino.
-He vuelto- Dije estrpitosamente
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