sábado, 3 de septiembre de 2011

Te amo perro, can, ser vivo, integrante de una familia.


A través de los años los humanos siempre han estado acompañados por unos seres que siempre han sido y serán fieles a nosotros. Desde nuestro origen en la isla de Texcoco, cuando los míticos aztecas viajaban hacia lo que hoy conocemos México, fueron acompañados por cuadrúpedos milagrosos, gentiles y los mejores seres vivos que habitan en el planeta. Los perros.

Me siento agradecido ante la vida de haber conocido tan gentiles seres vivientes, ya que desde que tengo uso de memoria, siempre he estado acompañado por ellos. A continuación explicare el porqué de este tan gentil texto.

Desde antes de mi nacimiento ya existían dos de los originales perros, que gracias a ellos logre aprender y apreciar. El primero fue Shuster; como el gran director técnico del genial Real Madrid, sino es que me equivoco. Estuvo presente gran parte de mi infancia y pubertad, lo vi crecer y madurar. Aunque no era mío logre quererlo como a un integrante de una gran familia. Paso su vida a lado de un hombre que ha amado y cuidado a los perros, mi abuelo; Shuster era un esnauser de mediana altura, de pelaje gris y carácter duro, aunque siempre dormía en los sillones. Hace dos o tres años falleció de la alta edad que tenía, padecía desnutrición y ceguera, como cualquier otro animal a su edad. Llore ese día que me entere y ahora lo estoy haciendo, escribiendo este texto, aun no lo olvido.

La segunda fue Titina, también de mi grandioso abuelo. Recuerdo que cuando eran reuniones en casa de mi abuela y cuando bailaba con ella, Titina se acostaba debajo de la mesa de la sala y me mordía las piernas; tal vez eran celos pero aun así la quería, nunca supe que paso con ella; pero fue parte de una gran experiencia. Desconozco su raza pero era de mediana altura, pelaje negro con blanco y dientes afilados.

Luego de esos dos perros tan opuestos, conocí al Margarito. El perro más carismático y agradable con el que he estado. Siempre que llegaba a la casa de mis primos era lo primero que veías, al Margaro brincando precipitadamente y luego acostándose para que le rascaras la panza. Siempre era fiesta con él, con su enorme diente saliendo de su hocico aunque este lo tuviera cerrado. Es un perro pequeño y peludo entre negro y blanco, fue operado una vez porque lo atropellaron y le tuvieron que poner tornillos, pero ya está bien; jugando, brincando, acostándose, dejando que mi prima le pinte el pelaje de rosa y luego ser un súper héroe de las bolsas de plástico. Es un gran perro que aunque ya esta grande no deja de sorprendernos.

Durante mis viajes al extranjero conocí a uno de los más inteligentes seres en este mundo aunque su nombre no lo amerita mucho, Bobo el perro canadiense que miraba con asombro. Es chiquito, blanco y muy cariñoso. Siempre que entraba por la puerta de la casa el ya estaba brincando y ladrando avisando que alguien había llegado; pero eso no es toda su inteligencia. Cuando quería jugar pelota o salir a la calle, traía a los pies de su dueña el juguete o la correa para pasearlo. También cuando lanzabas la pelota le podías decir “stop” y se detenía pero siguiendo la pelota con la mirada y luego “go” y corría velozmente por la pelota, la tomaba y te la devolvía. “Kill the Kiry” le decías para saliera disparado a morder al gato de su hijo, este no era muy agradable; el gato quiero decir. Y cuando quería ir al jardín a hacer sus necesidades fisiológicas, se paraba en frente de la puerta y empezaba a brincar y rascar la puerta; cuando le abrías salía pero enseguida regresaba y esperaba al otro lado de la puerta para que le abrieras. Es un perro increíble.

Ringo antes Pancho, no estuvo con nosotros por mucho tiempo, pero que latoso era. Era un perro eléctrico como quien dice y adoptado. Tras la muerte de Shuster y tres años después mi abuelo decidió adoptar a un can de la cruza de un pastor alemán y otro de por ahí. A mi abuela no le agradaba mucho y eso junto que se comía sus plantas y hacia desastres por donde pasaba y otras cosas que pasaron en esos momentos termino desapareciendo. Solo espero que ahora este bien.

Mi tía Virginia también tiene esa gran afición por los canes que yo así que decidió regalarle a su pareja el perro más grande del mundo, Jaco. No tengo muchas palabras para el pero llamaba mucho la atención y era muy divertido.

Hoy es Rango el nuevo integrante y hoy estuvo mordiendo mis agujetas de mis tenis.

Pero el mejor de todos el que siempre ha estado a mi lado, con el que eh reído y llorado. Él sabe todos mis problemas, él me entiende, él es mi amigo, mi mejor amigo; Arnold, hijo de Shuster.

Lo conocí en una caja a un par de mese de su nacimiento y ese mismo día jugamos bajo la mesa de mi abuela. En el regreso a mi casa fue cuando decidimos el nombre, en ese entonces a mi hermana y a mí nos gustaba mucho la caricatura de Hey Arnold ¡el niño cabeza de balón. Aun recuerdo cuando jugaba con él en el pasillo de mi departamento con una pelota y también en la sala cuando me sentaba en el piso y me mordía hasta que mi mamá me regañaba y me mandaba a lavarme la cara. También cuando en mis días tristes iba a la cocina y le contaba mi problema, como si me entendiera me hacía sentir mejor y lloraba a su lado; y aunque no tuviera un problema le decía que era muy especial para mí y que lo quería mucho, aun se lo digo.

He jugado con él y reído de igual manera, lo perseguí un millón de veces alrededor de la mesa para que me diera la pelota y se pudiera volver a lanzar, pero nunca me la daba voluntariamente. Hemos visto millones de películas y partidos de futbol juntos, hemos gritado y sufrido juntos. También lo he abrazado tan fuerte que se harta de mí. Tenemos tantas anécdotas juntos que cuando me acuerdo simplemente sonrió y me no evito una carcajada.

Hoy a sus 70 años perrunos nunca me he enojado con él. Nunca lo he visto con horror y nunca le he pegado sin arrepentirme. Es lo mejor que me ha pasado y es lo mejor que he conocido. Sé que no falta mucho para que se vaya pero aun así siempre lo he amado como desde que lo vi. Nunca dejo de acariciarlo y decirle como lo quiero.

Creo que tengo más fotos de él que de mi madre.

Te amo perro, can, ser vivo, integrante de una familia. Te amo Arnold.

1 comentario:

gabriel revelo dijo...

Gracias por la mención del Margarín, hay perros que se nos vuelven parte de la vida, indispensables, y eso pasa con los nuestros. Sin duda es un privilegio tenerlos aun en éste mundo.