El bite, un bite sordo y destructor; dupstep pesado, un
ritmo que hacía a todos bailar. Hombres ebrios sentados sobre sillones de piel
con las piernas abiertas ya que en ellas había mujeres delgadas semidesnudas
tratando de seducirlos, robándoles sus carteras y relojes; haciéndoles creer
que estaban recibiendo un poco de amor, cariño y compasión.
Más de una se me acercó con un paso seductor e invitándome a
pasar un agradable rato con ellas me daban sus nombres artísticos y su tarifa
por hora, yo no estaba interesado y me dirigí sin dudar a la barra de bebidas
en donde se mostraban los nombres de los líquidos con luces de neón y palabras
coloridas.
-Un sexo en la bahía, por favor- Dije mientras el cantinero
se me acercaba por primera vez y antes de que me preguntara.
No perdía la vista en el espejo fracturado en cientos de
pedazos pero ninguno faltante en la pared que estaba frente a mí mientras
estaba sentado en un banco y dándole la espalda al espectáculo de mujeres. Había
uno de ellos que enmarcaba solamente mi cara, un rostro golpeado, ojeroso; con
el cabello y la barba maltratada, con heridas en los labios y cortadas en las
cejas y mejillas. Un reflejo de un hombre sin futuro ni esperanza.
Por reflejo vi como una mujer con el cabello oscuro, con los
labios pintados de risa, con un sostén azul cielo que cubría sus senos de
tamaño promedio, un vientre plano y una braga diminuta caminaba hacía mi sin
quitarme la vista de enfrente hasta que llegó a estar parada a un lado de mí.
-No te voy a invitar nada- Seco y serio le conteste.
-Pero no quiero que me invites nada cariño, yo me puedo dar
lo que yo quiera sin nadie más- Era una voz seductora que aumento aún más
cuando paso su lengua por los labios.
-Bien por ti entonces ahora vete, no quiero nada- Trataba de
no verla pero mi cuerpo me traicionaba una y otra vez.
-Sabes que eso es mentira guapo. Ya te están esperando, acompáñame-
Me tocó el hombro y percibiendo su aroma fresco se acercó a mí oído lentamente
y continuó:
-Eres el afortunado que la va a jubilar, ya no sirve para
esto; entonces puedes hacer con ella lo que quieras. Es una lástima, no aguanto
ni un año-
Se sabía que el significado de jubilar en esta época no era
algo agradable. Los servicios médicos para gente mayor o enfermos no existían o
eran muy escasos para nuestro nivel económico, entonces una persona al ser
jubilada se refería a que era un gasto más y eso ya no era permitido; todo
gasto debía ser eliminado.
Me volví a ver al espejo pero ahora estaba con esa hermosa
dama a mi lado y en mi mano mi bebida de color rosa, una mezcla de vodka, jugo
y demás ingredientes. Seguía siendo un hombre destrozado aquel.
Me levante y con tomado de la mano me encaminaba a un
pasillo en donde desaparecían las de luces parpadeantes y todo era más sobrio.
Puertas por ambos lados, algunas cerradas, otras entre abiertas y otras sin
dejar nada a la imaginación; sexo, drogas, violencia, gritos, llanto, risas,
sangre, saliva y sudor; cada habitación parecía un mundo diferente, un mundo
regido por el hombre y su puño de hierro, un mundo triste y desolado; nada
diferente al mundo real.
Se detuvo en una puerta y con su mano en la manija me dijo
frente a mí:
-¿Listo bebe?- Y con su mano libre toco mí entre pierna apretándola
un poco, ella continúo:
-No pareces estar muy animado, casi nadie tiene esta
oportunidad. Si quieres te puedo ayudar un poco, esta perra necesita un castigo
fuerte; se ha portado muy mal-
-¿Qué hizo?- No quitaba la mirada de sus ojos color café,
era una mujer despiadada.
-Nos hizo perder mucho dinero, nos dio la idea de que era
capaz pero nos dimos cuenta que solo era una niña y a las niñas tonta nadie las
quiere; entonces ¿qué dices? ¿Entramos los dos?- Y me guiño el ojo izquierdo en
lo que volvía a sacar su larga lengua y la pasaba por su sonrisa-
-Creó que yo solo puedo- Y apretando más mis órganos sexuales
contentó efusiva:
-Eso era lo que quería escuchar, tigre- Y giro la perilla.
Antes de que entrara a la habitación la volví a ver y con sus labios me dijo
una palabra en silencio, palabra que se dice a todos los clientes que pasan al
otro lado.
D-E-S-T-R-O-Z-A-L-A.