Durante mucho tiempo me estaré preguntando porque no lo hice
cuando te tuve enfrente de mí. Cuando me comían las ganas de poner mis manos y
mis puños en tu rostro por tanto tiempo, cuando ansiaba verte tirado en el piso
y cuando al fin; cuando el día más inesperado y el más esperado te vi, te
estreche la mano y te abrace de una manera falsa o no… no hice nada; no pude.
¿Por qué?
El caminar por una carretera vacía mientras pasan los autos
a gran velocidad a pocos centímetros de ti te ayuda a pensar, te ayuda a
encontrar este tipo de interrogantes y hasta si eres suertudo; logras ver una
respuesta que satisfaga tu cólera que creció en tu ser.
No me podía rebajar a su nivel, no después de haber probado
años antes el ser parte de una pelea; esas cosas nunca se olvidan. No después de
haber sufrido en llanto por haber sido el primero en soltar el primer golpe, no después de esa sensación
de decepción a uno mismo y aunque esa vez funciono. Este era el presente, una situación
totalmente diferente; el odio era y es aún mayor, ese odio de venganza, de
celos; de dejar todo a un lado y vivir ese momento.
El odio fue originado por un momento de venganza o de ese
mismo odio que tengo ahora o de placer o de vivir el momento; jamás quiero
saberlo pero espero que la demás gente reaccione de la misma manera que lo hice
esa noche, en silencio.
No sé si es una reacción de todos los seres humanos o de
solo los mexicanos, pero la primera reacción ante una ofensa mayor; son los
golpes y esa sensación es hermosa. El poder estar ciego y que algo dentro de ti
te maneje como un títere, el poder sentir esa fuerza interna y física explotar
como una bomba y arrasar con todo y con todos y aunque tú eres quien reciba más
golpes, no los sientes en ese momento y sigues y sigues y sigues hasta que… por
una u otra razón todo se acaba.
El querer partirle la cara a alguien es esa sensación de
odio, furia, venganza, enojo y adrenalina con la que todos soñamos, tenemos pesadillas
y con la que todos anhelamos tener pero ¿qué haces cuando tienes la
oportunidad? ¿Cuándo no tienes otro objetivo, cuando no dejas de mirarlo y
tenerlo en la cabeza taladrándote? ¿Cuándo hay una voz que te dice hazlo,
esperaste tanto por este momento; no importa nada más pero también hay una voz
que dice no, puedes perder mucho? Esas voces son el corazón y el cerebro. El
cerebro dice si y el corazón dice no.
¿Qué haces cuando él se va y es incierto el volverlo a ver?
Te quedas parado y esperas, piensas, respiras y esperas a que todo haya por fin
pasado. Pero no, es el comienzo de noches en penumbra, de sueños cortos o
cuando estas despierto del, y si hubiera, de sobresaltos y de despertar con
sudor en la frente y coraje en el interior.
Un día amaneces con el cuerpo tenso, con las marcas de tus
dedos en tus brazos, con la cara sudorosa y con una cara de pocos amigos y es ahí
cuando te das cuenta que todo tiene que acabar. Que tienes que partirle la cara
a ese alguien pero no como cualquier otra persona lo haría, impulsivamente; no,
esto tenía que ser pensado con la cabeza fría caminado por una carretera a una
baja temperatura.
Piensas en que no te puedes rebajar y que talvez eso es lo
que busca; también piensas en que tienes la posibilidad de perder por una
capacidad de fuerza física diferente y en que todo lo que has hecho puede irse
al demonio. Pero de nuevo viene esa voz y esa sensación de vivirlo, esa
adrenalina de utilizar la fuerza física.
Ahí, en ese momento de clímax mental imaginando como sería
la pelea cuando piensas en ese ser amado, en esos días felices y buenos, en la
gente que te ama y espera más de ti, en todo lo que puede venir y en todo lo
que dejas por un momento.
De igual manera no sé si son todos los seres humanos o solo
los mexicanos, que solo recordamos lo malo, lo que nos da pena y dolor y
olvidamos lo que en verdad vale la pena; momentos de felicidad pero eso no pasó
hoy, no esta noche.
Quieres ganarles,
quieres derrotarlos, quieres que te vean con otros ojos, quieres que te
respeten, quieres que te teman, quieres que te envidien, quieres que deseen ser
tú y con los golpes; jamás lo lograras.
Si, vas a partirles la cara a todos ellos, a cada uno de
ellos y lo sentirán y recordaran hasta el fin. Les vas a partir la cara siendo
el mejor, siendo el más exitoso, siendo quien en verdad le dio hasta la vida a
esa persona, siendo quien creció y fue alguien.
Tal vez no sea el más fuerte o guapo o alto o interesante o
extrovertido o el que tiene dinero o auto; pero soy quien aunque reciba golpes y se caiga se levantara con
los brazos arriba y no le temblaran las piernas, quien suelte talvez no golpes
fulminantes pero si quien nunca deje de soltarlos.
Seré quien nunca dejara de bajar la mano para hacer algo,
seré quien nunca dejara de buscar opciones y respuestas, será quien nunca se
cansara y querrá más, quien luche contra lo que sea para ser alguien y darle a
un ser amado todo lo que merece y hasta con lo que nunca soñó.
La mejor manera de ganarle a alguien es primero ganarte a ti
mismo; es el enfrentarte a ti mismo en esa noche mientras a quien le querías
partir la cara se va y te das cuenta que el verdadero rival eras tú mismo. Cuando
te vez cara a cara en silencio y respiras colérico pensando en que hacer pero
si das un paso en dirección contraria a quien se va y odias con todo tu ser; abras
talvez ganado una batalla aunque no la guerra porque esa termina cuando por fin
seas un hombre viejo con todas tus metas hechos, con todas tus promesas
cumplidas, con ese ser amado por quien luchaste y con el historial de ser
alguien.
Así que si, ve y pártele la cara a él y a quienes más vengan
porque serán más fuertes, guapos, altos o inteligentes pero tú eres quien más pantalones
tienes puestos y quien busca algo más que una pelea de minutos; buscas la
victoria contundente que no olvidaran jamás.
Tómalo y tómalo todo, ve por todo; que los sueños hechos
realidad, que el éxito y que el amor es más fuerte que un par de golpes. No te
arrepientas, siéntete orgulloso de no haber caído en el juego que la real
madurez empieza ahí.
Espera a volverlo a ver y demostrarle más de que jamás pudo
haber pensado de ti porque al final de cuentas la vida esta para tirarnos y ser
difícil pero tú, jamás te rendirás.
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