Cada paso que das es viendo al horizonte, sin titubear y
pensando solo en mejorar. No vez el suelo y te dejas guiar por tu instinto; no
es coincidencia que estés seguro de por dónde vas y de donde viniste pero es
solo que eres invencible en ese momento, un ser intocable y todos te voltean a
ver admirados de la firmeza y de la actitud que se nota.
Pero te caes. Te das cuenta que no estás caminando, estas
arrodillado en un vidrio muy delgado que si se rompe caes sobre un pozo sin
fondo; donde no hay esperanza, admiración, o incluso vida. Es un mundo lleno de
mediocridad y conformidad.
Dudas en levantarte, ya que al aplicar más fuerza en un
sector del cristal este se tronara y caerás. Sudas y cada gota que cae al
vidrio hace que este se fracture. No puedes respirar ni pensar, estas en una situación donde no sabes qué hacer; la
soledad solo esta a tu lado.
La firmeza gana y empiezas a quererte levantar, te das
cuenta que el suelo no se quiebra al ejercer más fuerza hasta que estas de pie,
pero no dejas de ver el pozo debajo de ti.
Alzas la vista y das el primer paso, el cristal se quiebra y
tu pierna cae, quedas chueco y como sea te logras sostener de la orilla cortándote
los brazos y las manos por los vidrios rotos. Te confiaste.
Empiezas a maldecir tu actitud y desearías que todo de
alguna manera se acabara, no logras controlar tus emociones, gritas y lloras
ante tu imposibilidad de salir de aquella situación que crees eterna. No es fácil
pero al final te logras controlar.
Alzas la vista y enfrente de ti hay alguien tendiéndote la
mano, esta sobre el suelo pero donde está parado el cristal no está quebrado
aun estando demasiado cerca de ti. Piensas si en tomarle la mano o quedarte ahí.
La respuesta es obvia pero no es fácil de ver.
Decides estas solo y el sujeto de queda de pie frente a ti, viéndote.
Coloca su planta del pie en tu mano y la empieza a presionar con fuerza. Gritar
por auxilio pero cuando se te ofreció no lo aceptaste así que nadie te ayuda.
Es el momento en el que debes demostrar si eres del fondo o de los que caminan
sobre un cristal muy delgado pero con el cuidado que no romperlo.
Logras extender tus brazos y salir del agujero. Estás exhausto
y nadie te aplaude, todo está normal. Te pones de pie y en frete de ti, la
persona que te había tendido la mano y que después te puso el pie eres tú mismo…pero
ahora aplaude tu éxito y desaparece entre la multitud.
Miras el fondo y vuelves a alzar la vista, das un paso con
cuidado y luego otro y otro, y sigues tu camino; hasta ahora.
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