viernes, 10 de febrero de 2012

Rojo número 14

-No me van a atrapar, no me van a atrapar- repetía una y otra vez. Sin remordimiento ni algún sentimiento de culpa salía de la casa con la mano derecha sangrante y un gesto de indiferencia que aterrorizaría a cualquiera. No importaba que la calle estuviera repleta de gente que lo empezaba a ver con miedo y preocupación por los chorros de sangre que brotaban de su cuerpo, con la camisa blanca que ahora era roja, con los ojos abiertos de par en par y un tono de piel pálida. Era media calle y se detuvo en la orilla, vio un autobús aproximarse y cuando estaba casi en frente de él, dio un paso y todo se acabo.

Detrás del cuerpo ya muerto estaba una puerta de una casa que ahora contaba con una mujer sollozando al borde de la cama con su ropa de color rojo sangre, con un cuchillo en el piso rojo y un rastro de liquido rojo que recorría gran parte del hogar hasta llegar al pórtico, a la calle, al cemento y al parabrisas de un autobús sin culpa alguna del acto.

La gente se preguntaba que había pasado y porque, mujeres lloraban por un hombre que no conocían, niños pasmados siendo abrazados por sus familiares impidiendo que vieran el suceso. Un borracho caminaba a tropezones y dijo “debió ser una mujer, solo un hombre muere por una mujer y si no lo hace es más que un pendejo”.

El día se prestaba para los enamorados que demostraban su cariño con regalos materiales, pero al igual que en un día de estos hay personas que son felices y hay otras que sufren por diversas razones como divorcios, rupturas, desamparo, etc. ¿Qué había ocurrido para que el sujeto se lanzara al móvil? ¿De qué no lo iban a atrapar?

Las preguntas eran simples pero el resultado de cada una era algo más que complicado, todo un acertijo para algún psicoanalista o un perito. Tenía un motivo el hombre ¿cuál? ¿Terminar con su vida? ¿Por qué? ¿En qué modo le afecta al sujeto la presencia de la mujer? Solo alguien sabía las respuestas a esas preguntas y vive una agonía en estos momentos.

Se le pregunto a la mujer y no supo que contestar, sus ojos rojos y despintados por las lagrimas no supieron que contestar y su voz se quedo muda y la única respuesta que daba era un sollozo entre cortado. Algo que sobre salía de su cuerpo era un ojo morado obtenido por un golpe contundente y con fuerza suficiente  como para dejar un rastro como aquel. Le pidieron que se parara y se fuera con los policías a la comisaria pero en ese momento su cuerpo se tenso y sujeto las sabanas con mucha fuerza que al jalarla los oficiales se dieron cuenta que algo sostenía, era una pierna.

Las sabanas cubrían un cuerpo de otro sujeto con una perforación en el corazón provocada por el mismo cuchillo que estaba en el suelo. Un nuevo rastro de sangre se descubría, este entraba al baño y empezaba en un espejo quebrado y también manchado de sangre. ¿Qué había pasado ahí?

Sujeto uno- Le había llevado flores a su amada, esta le abrió la puerta y lo dejo pasar, él le pregunto por su ojo morado y ella solo contesto que se había caído. Otro hombre entraba por la puerta, su esposo. El sujeto uno no sabía que ella era casada y se queda intrigado al recibir el primer golpe que lo deja en el suelo, al irse levantando observa que el esposo empieza a golpear a su amada, él se levanta y protege a la mujer que amaba y que jamás lastimaría. El esposo saca un cuchillo y se lo entierra al “amante”, la esposa a su marido rebotándolo en un espejo del baño y cortándole el brazo. El sujeto cae de rodillas, besa a su amante y le pide que no se valla que no había sido su intención, que lo sentía mucho; el otro ya era cadáver. El esposo sale del hogar e instantes después se oyen gritos. Logra subir el cuerpo de la persona que amo a la cama y la cubre con las sabanas de la cama, se sienta en la orilla y comienza a llorar.

Yo era el amante, el que la quería, el que la protegió y la cuido hasta la muerte aun sin estar casados, solo unidos por un lazo como el amor mismo.

¿Qué sería el amor sin algo hermoso, sin algo con que sufrir, sin algo que fuera rojo?

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