Los vestidores son callados y aterradores, son el lugar donde vas a estar antes y después de la pelea y se convierten en el lugar más seguro de la noche.
Solo se oyen las pisadas de tus entrenadores y al padre diciendo la oración para que todo salga bien, pero no los escuchas porque estas concentrado en el sujeto y el lugar en que estarás dentro de un par de minutos… “Amen”.
Sales del cuarto con una bata que parecería de baño a no ser porque es del color de tu calzoncillo y de tus botas y decidiste que fueran rojas con verde para que te vieras patriota. La iluminación del pasillo es poca y distingues a los policías en cada lado cubriendo tu caminar al final de túnel, pero ahora si escuchas. Escuchas los gritos de las personas vitoreando a tu oponente y al presentador introduciéndote y al pronunciar tu nombre, el cuerpo se estremece y te dices “esto va a estar difícil”. Empiezas a sudar y escuchas con suma atención las palabras de tu entrenador porque en estos momentos es lo único que te apoya.
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