martes, 21 de mayo de 2013

Un trueno.

Como Zeus sentado en su trono en lo alto de los cielos viendo a los demás dioses jugar con los humanos y satisfacerse con sus diversos placeres del paraíso. Yo te vi, te vi sentada en tu hogar con una lagrima en tus ojos y recorriendo tu mejilla, tus lentas manos paseaban por tu rostro secando los rastros de lástima que mostraban tus labios que temblaban suavemente y tus piernas encogidas tratando de consolarte protegiendo tu corazón y tu alma.

Un ser único; una dama que lloraba por su amor en la lejanía que al mismo tiempo esté deseaba consolarla dándole un beso y diciéndole al oído cuanto la amaba. Su dolor en silencio bajo la luz de su habitación, única iluminación de la oscuridad del cielo infestado por estrellas que la miraban atónitas, sin respuesta y que solo se convertían en testigos de sus lágrimas.

 Enojado por la incapacidad, preocupado por el amor, lastimado por la dama; el dios lanzo a la tierra muestras de poder, energía pura que salía de su palacio atravesando las nubes y llegando al suelo donde los mortales tenían vidas que los dioses envidiaban, ya que ellos sentían, vivían y morían, donde trascendían no por su categoría sino por sus acciones. Zeus celoso busco al amor en la lejanía del reino de la dama y lo encontró viendo al cielo con un rostro de preocupación y sorpresa.

Llamó a Cronos, el dios y dueño del tiempo, y le dio una simple orden. Retroceder y congelar el tiempo para ver la conexión de esos dos humanos. Al ver su historia, sus acciones, sus lágrimas derramadas, sus risas compartidas, su amor entregado y sus roces con el corazón entregado mutuamente; el dios se compadeció y pensativo se acomodo en su trono viendo su paraíso. La pregunta era:

-¿Esto es realmente el paraíso?-

Su esposa Hera se acerco con movimientos seductores y le pregunto qué era lo que sucedía mientras le rozaba la mejilla con sus dedos tan suaves como los que una diosa debe tener. Receloso Zeus se levanto de su lugar y miro a los dos humanos juntos, tomados de la mano en un día cualquiera que habían vivido y con la mano cerrada y contenida de fuerza lanzo a la tierra múltiples iluminaciones del cielo, rayos que estallaron en la Tierra e hicieron captar la atención de la dulce niña que lloraba en su alcoba. Ella sorprendida de los truenos pero asustada de su sonido estruendo roso se encogía en sus piernas.

En ese momento, mientras se iluminaba el cielo le pidió a Cronos que detuviera el tiempo y le diera un momento de la vida de los humanos; complacido por servirle al dios de trueno, detuvo el tiempo en el planeta.

Bajo a la Tierra y tomando la forma y los tamaños de los humanos siendo invisible pronuncio palabras por el oído de la dama.

-Él amor a la lejanía te manda truenos para que lo recuerdes, es su naturaleza, su amor puro como la misma energía de los rayos que tiene para ti; puro y entregado a tu placer. Su sonido es una palabra de amor que entra por tus oídos, palabra que él te expresa, palabra que solo él te dice, palabra que es toda tuya. Tu lo iluminas y escucha tu corazón palpitar sin importar la lejanía y él te responde con un beso de ternura y una caricia que yo te hago llegar ahora. Los dos, simples humanos, su amor es envidiado por nosotros los dioses.-

Después de tales palabras, regreso a su cielo y restauro el tiempo. Su conexión era tan poderosa que el hombre sintió un alivio y sonrío al cielo como muestra de agradecimiento y aun en la distancia sintió el respirar de su dama que veía los truenos que él le mandaba para ser recordado junto con su amor eterno; solo para ella que dejaba de llorar y ya no temía a la naturaleza del amor puro que recibía del cielo.

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