Un ser único; una dama que lloraba por su amor en la lejanía
que al mismo tiempo esté deseaba consolarla dándole un beso y diciéndole al oído
cuanto la amaba. Su dolor en silencio bajo la luz de su habitación, única iluminación
de la oscuridad del cielo infestado por estrellas que la miraban atónitas, sin
respuesta y que solo se convertían en testigos de sus lágrimas.
Enojado por la
incapacidad, preocupado por el amor, lastimado por la dama; el dios lanzo a la
tierra muestras de poder, energía pura que salía de su palacio atravesando las
nubes y llegando al suelo donde los mortales tenían vidas que los dioses
envidiaban, ya que ellos sentían, vivían y morían, donde trascendían no por su
categoría sino por sus acciones. Zeus celoso busco al amor en la lejanía del
reino de la dama y lo encontró viendo al cielo con un rostro de preocupación y
sorpresa.
Llamó a Cronos, el dios y dueño del tiempo, y le dio una
simple orden. Retroceder y congelar el tiempo para ver la conexión de esos dos
humanos. Al ver su historia, sus acciones, sus lágrimas derramadas, sus risas
compartidas, su amor entregado y sus roces con el corazón entregado mutuamente;
el dios se compadeció y pensativo se acomodo en su trono viendo su paraíso. La
pregunta era:
-¿Esto es realmente el paraíso?-
Su esposa Hera se acerco con movimientos seductores y le
pregunto qué era lo que sucedía mientras le rozaba la mejilla con sus dedos tan
suaves como los que una diosa debe tener. Receloso Zeus se levanto de su lugar
y miro a los dos humanos juntos, tomados de la mano en un día cualquiera que
habían vivido y con la mano cerrada y contenida de fuerza lanzo a la tierra múltiples
iluminaciones del cielo, rayos que estallaron en la Tierra e hicieron captar la
atención de la dulce niña que lloraba en su alcoba. Ella sorprendida de los
truenos pero asustada de su sonido estruendo roso se encogía en sus piernas.
En ese momento, mientras se iluminaba el cielo le pidió a
Cronos que detuviera el tiempo y le diera un momento de la vida de los humanos;
complacido por servirle al dios de trueno, detuvo el tiempo en el planeta.
Bajo a la Tierra y tomando la forma y los tamaños de los
humanos siendo invisible pronuncio palabras por el oído de la dama.
-Él amor a la lejanía te manda truenos para que lo
recuerdes, es su naturaleza, su amor puro como la misma energía de los rayos
que tiene para ti; puro y entregado a tu placer. Su sonido es una palabra de
amor que entra por tus oídos, palabra que él te expresa, palabra que solo él te
dice, palabra que es toda tuya. Tu lo iluminas y escucha tu corazón palpitar sin
importar la lejanía y él te responde con un beso de ternura y una caricia que
yo te hago llegar ahora. Los dos, simples humanos, su amor es envidiado por
nosotros los dioses.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario