martes, 2 de agosto de 2011

Una fantástica travesía. Parte 2

Con su brillante armadura, su letal espada y su protector escudo, el joven cabalgaba velozmente sobre el bosque. Veía el pasar de los animales y de los incontables árboles que estaban a su alrededor mientras seguía la rocosa senda que no parecía tener fin hasta que al fondo vio un haz de luz que fue incrementado su tamaño hasta que por fin salió del bosque, pero ahora se enfrentaba a un desierto aun más imponente que el bosque. Era su primera prueba, los duros cambios de clima; en el bosque era húmedo y en el desierto eso desaparecía y se convertía en un golpe de calor.

El sol estaba es su máximo esplendor cuando el caballero llego a el primero de varios obstáculos que tendría que pasar; los rudos canales de Churubusco. Era como una línea que dividía al desierto en dos, no podías observar de donde se originaba ni donde desembocaba porque era tan largo que a la vista era imposible.

Al llegar a la orilla del río el joven se bajo de caballo y observo tan majestuosa imagen que le pareció imposible de ser. En frente de él, el río se dividía en dos ya que y luego se forma otra vez en uno solo ya que, había un pequeño pero considerable circular montículo de tierra que provocaba que el agua lo rodeara.

No podía pasar caminando sobre el río porque su profundidad era inimaginable, era tan profundo que vio una piedra sobre el suelo, la tomo y la aventó sobre el río, no pudo ver el fondo. Pensó brincar, pero no lograría llegar al montículo con su armadura puesta por ser muy pesada así que se quito la armadura quedando con un pantalón de tela y una camisa de lana delgada, después la armadura la arrojo al montículo y volvió a subirse al caballo retrocedió un par de metros para tomar impulso y pateo al caballo para que empezara a correr y luego brincar al montículo, lo logro lo que no había previsto era que el montículo era arena movediza así que cuando el caballo se paro sobre el montón de arena se empezaron a hundir.

El caballo empezó a agitarse e impulsivamente volvió a saltar al otro lado llegando al otro extremo del canal, el joven volteo a ver su armadura y lo único que logro percibir fue como se hundía su juego de pechera, casco y demás objetos brillantes que cubrían sus piernas y brazos.

Lo único que pudo hacer fue suspirar y seguir el camino.

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