lunes, 18 de abril de 2011

Catemaco, un lugar magico

El tedioso sonido del ventilador oigo girar sobre mi cabeza mientras recargado estoy en la cabecera de una cama por la que ha pasado mucha gente de creencia divina. Como en cualquier otro lugar, penetra sobre mi ventana un haz de luz pasando por el mosquitero que, con el pasar del tiempo maximiza sus recuadros y esquivando la ventila que se oxida con rapidez. Se observan matices obscuros y conjuntos de luz, es un cuarto simple pero hermoso.


Los colchones son baratos, las sabanas delgadas; el baño de 2x2 forma parte de este lugar que la mayor parte del día esta vacio, sin verse llamativo, el agua de la regadera sale por debajo de la cortina al abrir la llave, así que se moja el piso de forma inmediata.


Un catre y dos camas, un ventilador ruidoso, un baño mal planeado y una ventana por la que podría pasar hasta un mapache si se lo dispone. Entran y salen insectos, de los ponzoñosos y de los feos, de los que vuelan y de los que se arrastran a través del piso parejo y suben por la mesita que siempre esta llena de ropa o cosas personales. Fallas en el cuarto infinitas son, pero algo hermoso es.


El calor te cobija, la música instrumental entra sin permiso y te despierta tranquilamente; y lo primero que vez no son fallas o algo que criticar, por lo contrario agradeces estar ahí. Muchos lo desean y pocos lo tienen, nosotros lo obtenemos en la llamada “Semana Santa”, y durante el principio de año ya se habla de Catemaco. El lugar mágico al que todos deseamos ir. Regido por un sacerdote al que cuidado debes tratar por que hasta impedir la entrada te puede hacer. Escuchas los pájaros cantar, la música tocar, lo niños gritar y la abuela quejarse.


Ves las hojas y flores de hermosas plantas crecer con tan solo mirar por la ventana, los niños empujarse hasta caer a la alberca y la gente noble trabajar para mantener este lugar, pero, ¿qué hace este lugar tan especial? No es la vegetación, ni la música que te despierta; es la convivencia con la familia, son esos juegos de futbol que organizamos después de comer y el perdedor se ira a la alberca, aunque siempre terminamos todos en ella, voluntariamente o a la fuerza, son esas tonterías que podemos hacer o decir, es la discusión por qué programa ver por la televisión en la noche, aunque los abuelos tienen la decisión de ver la tediosa y aburrida novela. Son los mismos paseos de todos los años, es el mismo pueblo al que siempre vamos al caer la noche, son las mismas paletas que todos comemos; esas que se derriten con dos minutos fuera del refrigerador, son esas mismas personas que veo, convivo y agradezco su compañía.



Villa de Carmen, ahí desayunamos, comemos y cenamos; dormimos y despertamos. Ahí está ese ventilador, en mi cuarta, que lo tengo que apagar por la noche, sino no me deja dormir. Ahí están mis primos, tíos, nietos y abuelos; mi familia, aunque algo aburrida y tediosa, me divierto mucho con ellos. ¿Volvería a ir a Catemaco? Cada año por el resto de mi vida, solo por estar con ellos, solo por estar en ese lugar mágico que te despierta con música instrumental.

1 comentario:

gabriel revelo dijo...

No manches!!!!!!!!!! me hiciste recordar porque Catemaco es mi segundo hogar. No es tanto por el lugar, es por lo que ahí hemos vivido todos juntos.

Muy bueno, ya estoy sonriendo.